cyborg – Los Superdemokraticos http://superdemokraticos.com Mon, 03 Sep 2018 09:57:01 +0000 es-ES hourly 1 https://wordpress.org/?v=4.9.8 Ahora que nos hemos convertido en cybors http://superdemokraticos.com/es/editorial/wir-haben-uns-schon-in-cyborgs-verwandelt/ Sun, 25 Jul 2010 13:27:06 +0000 http://superdemokraticos.com/?p=531 Cuando pensamos los temas que queríamos proponerles a nuestros autores para conocerlos mejor, nos pareció importante referirnos al cuerpo de carne y hueso, que es la instancia primaria de la ciudadanía. Donde el sujeto ve limitada o no su libertad y donde el libre albedrío es puesto a prueba. Los Estados norman y regulan a través de la educación y las leyes nuestro comportamiento fisiológico. Ese comportamiento a su vez, es la expresión más plástica de los valores de una civilización, ya que es el que define los estándares de lo que debería ser el amor, la reproducción, la religión, la vida.

Al formularlo partimos de la idea cristiana de que el cuerpo es un recinto, un espacio habitado por el espíritu, es decir un territorio en el que hoy por hoy son los Estados los que deciden sobre los derechos sexuales, si podemos beber o no, fumar o no, comer o en qué medida el color de nuestra piel es determinante para el ejercicio de nuestros roles de género en una sociedad determinada. ؟cómo se viven las diferencias?

؟Qué papel juegan los nuevos medios de comunicación y las nuevas tecnologías en las identidades sexuales de las personas? ؟O por qué la salud del contribuyente es la única opción de hacer política que tienen muchos partidos en época de crisis? Si estos cambios se expresan en leyes, ؟cómo afectan la convivencia cotidiana? ؟La muerte es un derecho constitucional? ؟Cómo coexiste la dicotomía entre hombre y mujer con la posibilidad técnica del transexualismo? y en qué medida: el travestismo no es una opción estética generacional.

Los que tenemos menos de cuarenta años podemos construir nuestra identidad o saciar nuestra curiosidad por Internet, buscando en los foros lo que nos da placer, cosa que constituye un quiebre profundo en el discurso de la intimidad. Quizá para nosotros sea más importante ser un cybor, que un hombre o a una mujer y habrá quién sienta respeto por los fumadores suicidas. Los desnudos de esta sección de nuestro álbum de fotos están pensados para observar en qué medida nuestras sociedades nos permiten ser los sujetos que libremente hemos escogido.

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La maravillosa hepatitis breve de Litoscar Vzz http://superdemokraticos.com/es/themen/koerper/die-wunderbare-kurze-hepatitis-von-litoscar-vzz/ http://superdemokraticos.com/es/themen/koerper/die-wunderbare-kurze-hepatitis-von-litoscar-vzz/#comments Fri, 23 Jul 2010 06:40:23 +0000 http://superdemokraticos.com/?p=514 Descubrí el verdadero significado de intimidad una noche, echado en la cama, mientras pensaba en la chica de la que estaba enamorado, una fresita de Monterrey que manejaba un Fiat color vino. Año: 2004. Música: A ghost is born. Wilco se habían convertido en el soundtrack de mis momentos de solitud. Diagnóstico: hepatitis b. Debía guardar reposo: como embarazada con amenaza de aborto. Intentaba leer Glomurama de Bret Easton Ellis pero no conseguía concentrarme. No podía recordar dónde había levantado la maldita enfermedad. ¿Pistas?: 3.

Primera: Aquella caguama que nos pasamos de mano en mano en el lote baldío. Alguien pidió un vaso. La raza, esquinerota, tiro de jilo al delicadito. ¿Y si nos transmitimos alguna madre? insistió. El güey más bule de todos soltó: el que tiene defensas ya la hizo, el que no: ya se chingó. Yo andaba diezmado. Mi salud siempre ha estado baldada, como “Laurence Harvey estaba baldado / en Servidumbre Humana / […] ante la belleza de Kim Novak” (Saúl Rosales dixit). Desconfío de la caguama porque uno de los Drugos, así nos apodamos, estaba más pálido que la tapa de la Sección Amarrilla.

Segunda: los tacos de suadero de la Joya. Durante un tiempo corrió la paranoia de que toda la cebolla de mi ciudad estaba contaminada con hepatitis. La noticia de San Agustín: el fuego todo lo purifica: resultó falsa. En mis ratos libres, cuando no estaba tratando de brillar, sin éxito, sobre el teclado de la computadora, sufría de afición taquera. No miento, conozco todas las taquerías de mi ciudad. En algunas hasta me fían. Sospecho de los tacos porque la orden que me tragué con un chingo de cebolla y salsa fue el principio que marcó mi debacle.

y Tercera (última): el atracón sexual que me prodigó la pequeña D. La conocí por Internet. Jamás había creído en esa patraña de la gente solitaria hasta D. Me mude a su departamento dos semanas. Esta era nuestra rutina: ella se levantaba a las 9 a. m. y se largaba a trabajar. Yo me despertaba hasta las 5 de la tarde, hora en que ella regresaba del trabajo. Volvía con un cartón de caguamas. Nos revolcábamos sobre la alfombra y comenzábamos a chelear a las 7. Ella sólo liquidaba un mísero vasito, lo que más le gustaba era la yerba. Guardaba una bolsa con dos kilos en su refrigerador. A mí nunca me vino, por lo que me sentaba a verla despachar su joint. Nos revolcábamos una vez más y ella se marchaba a dormir porque al día siguiente tenía que trabajar. Yo me quedaba despierto toda la noche hasta beberme los 12 litros de cerveza. D debió pensar que era un poquitín borracho, pero la verdad no. Jamás he considerado a la chela como alcohol. Todos los días D me surtía de cerveza. Jamás me llevó algo de comer. Y aunque considero a la cerveza alimento, algunas veces la papa no cae mal.

Mientras le poníamos yorch, D me contaba sobre las orgías en las que había participado. Se mearían de la risa si la vieran, era la cosita más insignificante del mundo, sin chichis ni nalgas, algo feíta. Pero en la cama no mami blue, se movía como una sirena cyborg. Huí de la casa de D porque había perdido mucho peso. Siempre utilicé condón, pero sospecho de D por las trancas promiscuas que se cargaba. Y porque ha sido una de las etapas de mi vida en las que he estado más desmejorado.

Así que ahí estaba yo, raza, tirado, deduciendo quién pinches me había jodido. Puedes compartir la caguama con tus bróders del alma; puedes confiar en el taquero más infecto de la ciudad; y puedes, después de hacer el amor, recibir las confesiones más pintorescas de tus amantes: “Cuando era niña mi padrastro me manoseaba, y me gustó”, pero ni el alimento para el espíritu, ni la comida, ni el apetito carnal, representan en verdad la intimidad. No importa cuántas veces veas a esa mujer desnudarse frente a ti, cuántas ocasiones te acuestes con ella: no te está entregando nada. La única, verdadera intimidad radica en el daño que se provoca involuntariamente. Con gusto hubiera besado al responsable de mi postración aquella noche.

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