Aquí ya nadie escucha las voces de Burayr, esa aldea devastada. Algunos viejos repiten la historia oficial con el convencimiento que otorga el poder sustentarlo con citas bibliográficas. Uno o dos relatan con vergüenza una nebulosa excursión de 5 hombres con fusiles, más bien muchachos muertos de miedo. Los nuevos historiadores israelíes afirman sin lugar a dudas que los habitantes de esa aldea fueron expulsados violentamente. Tal pareciera que los mosaicos quebrados que encontramos en nuestro paseo al campo lo corroboran. Pero también está el cuento de los muchachos muertos de miedo.
Leo en Wikipedia que aquel pueblo era israelita y se llamaba Beror Hayil. Luego cambió de nombres y de manos: Burayr, Buriron y una vez más Beror Hayil. Cada uno de estos cambios supuso un conflicto, con sus respectivas baldosas quebradas. Yo le creo a Wikipedia de la misma manera que le creo a la Historia: sabiendo que los hechos son movedizos, construidos, alterados. La historia es una plastilina que cada quien acomoda a su gusto. Una Wikipedia milenaria que es rescrita siempre por los vencedores. Los vencedores que antes habían sido vencidos. Los vencidos que luego serán vencedores.
Si algo se puede aprender de la manoseada historia es que todo lo que hoy es una certeza, mañana será un estanque profundo lleno de dudas y rodeado por los rastros de la violencia. Me pregunto llena de escalofrío si este kibbutz seguirá cambiando de nombres. ¿Acaso las baldosas de estas casas serán encontradas por una familia dentro de muchos años en algún paseo dominical?
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