ciudadanía – Los Superdemokraticos http://superdemokraticos.com Mon, 03 Sep 2018 09:57:01 +0000 es-ES hourly 1 https://wordpress.org/?v=4.9.8 Los intelectuales y el gobierno http://superdemokraticos.com/es/laender/bolivien/die-intellektuellen-und-die-regierung/ Wed, 26 Oct 2011 12:12:15 +0000 http://superdemokraticos.com/?p=5427 Partamos del principio de que un intelectual es aquella persona que dirige u organiza la construcción de una sociedad y que va aportando concepciones nuevas sobre el mundo. Antonio Gramsci las concibe como un “grupo bisagra” entre clases extremas, aquellas que tienen el poder político y las que conforman las clases trabajadoras. Y aunque el intelecto es algo inherente a toda actividad humana, por lo tanto todos los seres humanos somos intelectuales, sólo algunos tienen esa función en la sociedad, siempre siguiendo Gramsci. En síntesis, ellos piensan, analizan, proyectan y recomiendan. ¿qué pasó con aquellos intelectuales que hoy están en el gobierno de Evo Morales?

Quizá la intención fue de las mejores, incluir a varios intelectuales en un gobierno que pretende cambiar la estructura de un país, pero el resultado –hasta el momento– no es de los mejores. Aquellos que se subieron al carro del actual Gobierno, el del presidente boliviano más conocido en el mundo, están observando de palco los grandes errores de esta gestión, producto de pugnas internas de poder, que derivaron en toma de decisiones nada acertadas.

Uno de los más graves ocurrió los últimos días de 2010, cuando el gobierno decidió subir los precios de los carburantes o el llamado Gasolinazo. Si Evo Morales creyó que la ciudadanía podía aceptar una medida tan anti popular atenido a su amplia votación del más del 60%, se equivocó ¿o se equivocaron sus asesores? Algunos intelectuales dieron la voz de alerta, pero fueron ignorados. Para que el gobierno se dé cuenta de este error, gran error, fue necesario que una multitudinaria marcha de rechazo casi llegue a Plaza Murillo, epicentro del poder. La noche de año nuevo la medida fue anulada.

Desde entonces se rumorea en los pasillos de Palacio el alejamiento de varios intelectuales que no fueron escuchados. Otros, que levantaron su voz de queja, fueron alejados del gobierno, acusados de traición al “proceso de cambio”. Los ejemplos sobran, como el mismo ideólogo y fundador del MAS, partido de gobierno, Filemón Escóbar; el ex viceministro de Tierras, Alejandro Almaraz; el escritor Raúl Prada (ex compañero del vicepresidente Álvaro García Linera); el periodista y ex embajador en EEUU, Gustavo Guzmán y Alex Contreras, ex vocero del gobierno y que acompañó a Evo Morales desde las campañas que hacían en el Chapare  en los años 90.

Todos ellos salieron del poder tirando la puerta y hoy son los críticos con conocimiento y causa de todas las acciones del gobierno, quien a su vez los tilda de vendidos a la derecha, a la embajada de EEUU o, recientemente, a ONGs. Casi todos ellos han demostrado que al ingresar como “invitados” a las filas del partido de Gobierno perdieron esa independencia o autoridad, virtudes que los debería caracterizar, como los intelectuales de una sociedad. Al parecer, el pensar de los intelectuales y el mandar de los gobernantes no van de la mano. Lo triste es ver a tanto intelectual dentro del Gobierno –como al mismo Álvaro García Linera– que ha renunciado a pensar, algo que implica examinar, juzgar, denunciar e incluso autocriticar. La ideología se ha antepuso a todas las anteriores acciones.

No, la tarea de los intelectuales en Bolivia hoy en el poder ya no es pensar, es mandar, defender y justificar las acciones del Gobierno. Como lo intentaron con la represión a la marcha indígena, que se dirige a La Paz desde Beni, en rechazo a la construcción de una carretera por su lugar de origen: el TIPNIS (Territorio Indígena y Parque Nacional Isiboro Sécure). Nuevamente un mal cálculo en las esferas del poder, alertadas por varios intelectuales, pero todas sus críticas fueron anuladas por el gobierno, aduciendo que se trataba de intereses foráneos, de ONGs y fundaciones, que amparadas bajo el lema de “medio ambiente” conspiran contra este gobierno. La ciudadanía se indignó por tal hecho y, sumado a otros factores, el gobierno pagó una factura muy cara: el voto nulo fue superior a los votos válidos en la primera elección de jueces impulsada por Evo Morales. Algo inédito en Bolivia y el mundo.

¿Será posible ser intelectual y fungir como tal desde el poder? Eso nos los dirán las futuras acciones de un gobierno de cambio que además de mandar tiene la obligación de pensar, una tarea para sus intelectuales.

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Ya no estamos SOLas http://superdemokraticos.com/es/laender/bolivien/die-gute-strahlung-vom-platz-der-sonne/ Thu, 04 Aug 2011 07:00:38 +0000 http://superdemokraticos.com/?p=4782 La violencia según el diccionario de la Real Academia es la acción y efecto de violentar o violentarse. Pero la violencia va muchos más allá, hay violencias cotidianas que no son tan explícitas y que llegan a dañar tanto o más. Me explico: el subir a un ascensor y que nadie te salude ni saludar, es un acto violento. Este hecho tan cotidiano y aparentemente insignificante es síntoma de una sociedad amargada, gris, donde todas estamos centradas en nosotras mismas y somos incapaces de ver a la persona que tenemos en frente. Cuántas veces presenciamos injusticias y pasamos de frente, ya sea por indiferencia o por miedo. Al no haber el hábito, una no se siente apoyada ni legitimada por la gente que tiene a su alrededor, se siente sola y desamparada.

Pero cuando todo parece tan desesperanzador, salta una chispa y salimos a la calle, de repente no estas sola, de repente miras a los ojos de tu vecina que se siente tan sola como tú y que tiene el mismo hartazgo. De repente se llenan las calles de palabras, de ideas, de soluciones, de sueños hechos realidad. Es lo que sucedió en Madrid el 15 de mayo de 2011, la Plaza del Sol brillaba más que nunca. Lo que para algunos era violento: la ocupación de un espacio público sin permiso, por muy contradictorio que parezca para muchas otras era la posibilidad de que todas las voces se oigan y los silencios se respeten. En cada rincón del Km.0 de Madrid había gente debatiendo, exponiendo sus ideas, construyendo. En poco tiempo teníamos una mini aldea donde convivíamos muchos tipos de personas diferentes y donde lo que primaba era el respeto y la escucha activa.

Una de las acciones mas contundentes que se han realizado a raíz del movimiento sucedió en Lavapiés, un barrio de migrantes en el centro de la ciudad. Se expulsó a la policía del barrio por realizar redadas racistas, que son controles policiales que se basan en el aspecto étnico de las personas y que se realizan en todo tipo de circunstancias. Más de una persona ha tenido que interrumpir una conversación con su familia en un locutorio y a muchas otras se les ha interrumpido el tiempo de ocio en restaurantes y discotecas. La gran mayoría de las redadas se realizan en las bocas del metro, cuando la gente vuelve de trabajar. La fuerza de la policía radica en que la gente suele tener muy poca información acerca de sus derechos y mucha sobre sus obligaciones. Desde el primer momento te exigen una serie de requisitos para que crean que eres una ciudadana más, pero la ciudadanía no se construye sólo pagando impuestos y la seguridad social, se construye participando activamente en la toma de decisiones. Estos controles ni si quiera llegan a repatriación. Su único objetivo es amedrentar a la población migrante, que termina recluyéndose en “guetos”. Muchas madres tienen miedo de llevar a sus hijos al colegio, por miedo a que les pidan la documentación, y son aún muy pocas personas las que se animan a salir a la calle para exigir sus derechos, porque saben cuáles pueden ser las consecuencias.

Hay un numero importante de denuncias a todo tipo de instancias sobre el abuso policial y son realmente pocas las que se hacen efectivas. A estas alturas lo que hay que preguntarse es si éstas prácticas son legitimas o no, y hasta dónde estamos dispuestas a sustentar un sistema que cada día nos priva y restringe libertades colectivas e individuales. Mucha gente se pregunta como es posible que un policía se salte la ley, no puede ser que las redadas racistas sean ilegales, algo habrá hecho esa gente para que les detengan. Creemos que es algo que no nos afecta, hablamos de ellas y nosotras, y no somos conscientes de que si tocan a una, nos tocan a todas.

Pero entre todas podemos cambiar las cosas, en muchos barrios de Madrid, la gente se está organizando para denunciar éstas prácticas ilegales, se están frenando muchas redadas, se ha llegado a un punto en el que la policía nada mas ver a un grupo del 15M se suben a sus patrullas y dejan de atosigar a la gente. Es de ley decir, que mucho antes del 15M habían ya organizaciones que realizaban este trabajo, pero el efecto multiplicador del 15 M es imparable, y sobretodo el poner sobre la mesa un debate necesario para la madurez de la sociedad. Los seres humanos no somos mercancía, no somos de usar y tirar, no somos objetos de consumo, tenemos derecho a vivir donde nos de la gana sin tener que justificar cada uno de nuestros movimientos, no debería haber ciudadanos de primera y de segunda, es hora de que nos miremos a los ojos y nos escuchemos, que empaticemos, que tampoco es tan difícil.

A nivel personal puedo decir que gracias a éste movimiento tengo la sensación de que cada espacio que ocupo es mio por derecho propio, algo que es obvio, pero que el vivenciarlo no lo es tanto. Aún queda mucho por hacer, pero no hay prisa: “Vamos lento porque vamos lejos”.

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Itinerario http://superdemokraticos.com/es/themen/geschichte/reisefahrplan/ Wed, 08 Dec 2010 19:07:15 +0000 http://superdemokraticos.com/?p=3371

Desde la cama se ve la humedad que acaricia el cristal de la ventana del cuarto en el despertar del día. La nieve quiere entrar a saludar, solo la frena el calor de la calefacción. No he dormido más de cuatro horas. Muchas ganas de levantarme no tengo, pero sin visa en el pasaporte sería todo mas complicado. Los diez pasos hasta el baño, la pasta y el cepillo de dientes, una cepillada rápida, la sensación de limpieza me llevan a ducharme, prolongando así el éxtasis y quitándome los olores del ayer, un ayer hostil. Todo esto con una buena canción para empezar el día y tomarme el primer vaso de agua. Los pensamientos se van convirtiendo en acción. Salir de la cama, los pasos, Bugge Wesseltoft con It’s snowing on my piano, la ducha, la toalla, el agua: la tranquilidad de las pequeñas cosas que apaciguan el alma. El reloj en cambio, no parece muy tranquilo y anuncia que ha pasado media hora. Has necesitado quince minutos más, para algo que deberías haber hecho en diez. No hay café. ¡Apúrate! ponte el pantalón más lindo con la camisa más linda, bufanda y abrigo. Hay que causar una buena impresión. No dejes de coger los papeles que dejaste preparados ayer y rectifica que estén todos nuevamente. Baja las escaleras corriendo, pero no te caigas, que no es momento para accidentes. Aire frío. Los pasos se van hundiendo en la nieve, ojala no olviden regar las piedrecitas que evitan que caigamos al suelo constantemente. ¿Tendré todos los papeles? La estación está a no más de cinco minutos. Caminar por Neukölln tiene su encanto. Por sus calles se pasea un  surrealismo derrotado que a mi me invita a rebelarme y es que Neukölln ostenta un barroquismo hiriente.

Andares.

Ya a las ocho de la mañana la panadería turca en la esquina de Selchower Straße, tiene unos cuantos inquilinos. Luego del acostumbrado hola con sonrisa tomo mi café y salgo rápido dirección Hermannstraße. Cien metros más allá, después de doblar a la izquierda ya estoy en el metro que llega en dos minutos. Cuando viajas en el metro ves la ciudad distinta, se ve en la mirada de su gente, en el vaivén de sus cuerpos, unos contra otros. La ves en el controlador de la BVG, el que no tiene Ticket, la muchacha que se va a la universidad, el tipo elegante y el montón de almas que ya no se amontonan frente a las puertas del purgatorio, sino frente al la puerta automática del Metro. En la Osloer Straße cambio de Metro al U-9 hasta la Amrumer Straße, dos estaciones más y ya casi llego. Un cartel anuncia la proximidad de mi destino: Ausländerbehörde nach rechts.

El edificio no invita a entrar, pero hay que hacerlo. A pesar de todo llegue trece minutos antes, así que puedo buscar la oficina con calma. Me oriento en los pequeños mapas que indican adonde debo dirigirme. Segundo piso a la derecha. Me siento en el primer salón de espera a mi izquierda y espero que en la pantalla salga mi número, por suerte tengo una cita que demoraron dos meses en darme. Saco el libro de turno, esta vez le toca  a la mil veces releídas Antología poética de Benedetti. Lo abro al azar y Benedetti me saca una sonrisa: me está pidiendo que no me salve. Como si fuera tan fácil… Se me acerca un hombre que debe tener entre 30 y 35 anos. Me pregunta si allí es para la B, le digo que si y se sienta a  mi lado. ¿Y tu de dónde eres? – me pregunta. De Cuba – respondo. ¡Oh, Cuba! Che Guevara… ensaya una sonrisa. ¡Bonito país! – agrega. Aunque yo no me pensaba nervioso, mi rostro parecía decir lo contrario, pues mi nuevo amigo continuo diciendo: No te preocupes, a los cubanos seguro les dan visa. Yo en cambio vengo del Líbano, a mi me hacen sudar más.

Un sonido me indica que un nuevo número será llamado. Es el mío. Me despido con una sonrisa y camino a la puerta 264. Benedetti me sigue diciendo que no me salve, que no me reserve del mundo un rincón feliz. Controlo mi rabia. Toco a la puerta y entro.

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Formulario http://superdemokraticos.com/es/themen/burger/formular/ http://superdemokraticos.com/es/themen/burger/formular/#comments Wed, 01 Sep 2010 07:00:28 +0000 http://superdemokraticos.com/?p=1345 Hoy recibí el mensaje de mi abogada diciéndome que el momento ha llegado y que si quiero, puedo aplicar para la ciudadanía Estadounidense en el momento que me parezca conveniente. De inmediato bajé el formulario de Internet y como si fuera cosa de vida o muerte, comencé a llenarlo a toda velocidad.

Hace algunos años mi padre izquierdoso habría tenido un síncope si le hubiese dicho que iba a jurar lealtad a la bandera de los Estados Unidos y todas esas ceremonias horribles por las que tendré que pasar. Seguramente yo misma hubiera tenido un síncope. Yo marché contra la guerra, leí todas las revistas de izquierda y los libros de los revolucionarios, la cosa para mí estaba muy clara.  Yo no quería querer a este país, no sabía nada de su historia ni su gente, y sospecho que tampoco quería saber.

Pero las cosas cambian. No tanto afuera, porque las guerras y las políticas y las torturas son las mismas, sino adentro de uno, a nivel privado y sentimental. La vida te arrastra, te abre la boca y te mete el dedo, te muestra cosas que no querías ver.  He vivido aquí por cinco años y me siento en casa, aunque no me siento “de aquí”. Ni siquiera sé si me voy a quedar. Pero con la ciudadanía podría votar en el lugar donde vivo, y por lo menos reclamar cómo se usan los impuestos, incluidos los que pagamos millones de inmigrantes no ciudadanos. Por lo menos podría actuar de alguna manera para que se mantengan las bibliotecas donde me meto a escribir, las universidades donde quiero estudiar y para que se pueda casar la gente que se quiere casar. En fin, participar en la ilusión colectiva de la democracia y sus ritos. Y bueno, también supongo que me permitiría trabajar para el gobierno federal en caso de que alguna vez me quiera convertir en espía de la CIA.

Pienso mucho en la ciudadanía que tengo ahora, con la que nací. Aunque no lo es, tomar otra se siente como una pequeña renuncia. Pero en este momento mi ciudadanía es de un país que sólo existe en mi cabeza. Me alcanza la vida solamente para leer los diarios, para putear por Internet y por teléfono cuando hablo con mi padre los fines de semana. Voto cada vez que puedo estar físicamente presente, y aún así no me sirve para un carajo, porque el país va para donde vá, y no para donde yo quiero. La ciudadanía se me ha convertido en un vago sentimiento de pertenencia política a un territorio donde siempre seré una extraña, aunque no esté ausente.

Voy marcando diligentemente las casillas del formulario que revela las neurosis norteamericanas: No, nunca he sido miembro del Partido Comunista, nunca quise derrocar a ningún gobierno por la fuerza más que en mis sueños más profundos, no trabajé con el gobierno Nazi en Alemania entre 1933 y 1945, he sido buena y jamás me han arrestado, no he ejercido la prostitución ni la bigamia, no he apostado ilegalmente y no sé a qué se refieren con ser un borracho habitual, pero por si acaso voy a marcar que no.

La ciudadanía en este país es algo que mucha gente quiere, un estatus legal que resolvería los problemas de millones, que hoy viven en la incertidumbre económica, familiar y personal. Sólo la gente más privilegiada, como yo, es tan pendeja de ponerse con consideraciones filosóficas ante un problema que no tiene. Quizás sea parte del teatro, quizás sea algo pequeño, quizás no tenga importancia, pero siento que la ciudadanía me permitiría al menos votar, reclamar, exigir que se respeten los derechos humanos de quienes no tienen la posibilidad de tomar esta decisión.

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Mi abuela y mis amigos… http://superdemokraticos.com/es/themen/geschichte/meine-oma-und-meine-freunde/ Tue, 31 Aug 2010 07:00:28 +0000 http://superdemokraticos.com/?p=1298 Los amigos son una joya, al decir de mi abuela tan preciada, que solo se tienen unos pocos. ¿Por qué? Mi abuela no me contó, ella siempre invitándome a probar. Con ellos y ellas he reído, llorado y aprendido infinidad de cosas. Los trances que creamos juntos son como un asalto a la razón. La desvalijamos de sus pretensiones absolutistas y la dejamos desnuda, viendo en ella lo que tanto esconde, su pasado, presente y opaco futuro. En estas tertulias siempre es menester decir de antemano cuanto se va a beber, diez botellas de vino, veinte o hasta que no podamos más. De este modo fingimos tenerlo todo bajo control. Estos miríficos momentos de intercambio intelectual y emocional suelen también estar acompañados por comelatas y fiestas que pueden acabar en grandes proyectos, en clases magistrales o simplemente en desmesuradas borracheras. En una de esas sobremesas llenas de música, Safo contó de la mano inquieta de Olympe de Gouges. Los redactores de la monumental Déclaration des droits de l’Homme et du Citoyen habían olvidado a sus madres, hermanas, esposas y compañeras de lucha, por lo cual Olympe se dio a la tarea de redactar una Déclaration des droits de la Femme et de la Citoyenne. Debido a ello quizás los ciudadanos ilustres de la época, que solo eran unos pocos, le mandaron a cortar la cabeza.

El recapitular de Safo encendió la noche. Freud  ya se había tomado unos tragos, quiso objetar algo, pero madame Beauvoir, la cual se encontraba a su lado, no lo dejo abrir la boca. Herder, con espíritu conciliador balbuceo: -¡Zeitgeist, no es más que esto! Bukowski desinhibido agregó: -Para que tanta discusión, si a fin de cuentas ciudadanos o ciudadanas no pueden cambiar nada. Marx entraba con una botella de vino en la mano y grito: -¡Lucha de clases! Lo que debemos hace… Tina Modotti le plantó un beso, mientras Hannah Arendt tajante mirando a ambos con actitud desdeñosa, dijo: – Carlitos, cuidado con afirmaciones que acaban en totalitarismos. Pero el decididamente no parecía querer escuchar, demasiada pasión. La situación parecía explotar. En medio de todo aquello la voz inquebrantable de Chavela Vargas nos canto El último trago. Yo me di cuenta de lo poco que me importaba la ciudadanía y lo mucho que me valoraba al ser humano. Martí, siempre a mi lado, intuyendo mis pesares, me comentó: – Lo más importante somos nosotros: hombres y mujeres; mas ese nosotros es la capacidad que tenemos de relacionarnos, por lo tanto la expresión política de este relacionarse, el ser ciudadano, no debe perderse de vista. Octavio Paz, que había acabado de aplaudir a Chavela, le dijo a Martí: – No olvides, somos los hijos de la chingada. Él ­– dijo señalándome – no es ciudadano de ninguna parte. En Cuba porque aunque con aparentes derechos no podía hacer nada. En Berlín porque no tiene derechos y si los tuviera, bien poco podría hacer. Bakunin, estaba en el suelo a mi derecha conversando con Tagore, pareció haberlo oído y agregó: –El estado de ciudadanía es una falacia, pues el Estado que lo valida, distingue entre ciudadanos y no ciudadanos, olvidando así la raíz de todo: el ser humano. Lezama Lima puso a Gardel cantando Volver. Foucault y Gramsci que estaban bailando sin música en una esquina a mi izquierda se lo agradecieron y siguieron en lo suyo. Indescriptiblemente Kant no dijo nada en toda la noche, se vía a triste; alguien comento que Juana Bacallao estaba embarazada de él; pero quizás eran solo rumores.

¡Qué nochecita! Lewis W. Hine hizo una foto de la ella. En ese momento mi abuela se encontraba en algún lugar de la sala; ella, iconoclasta, veterana de luchas, con su sonrisa alumbra corazones y un mojito en la mano, es el faro por el que me guío. Nos miramos, sonreímos. Con esa sonrisa ando de mitin en mitin, pues como dice mi abuela: lo mejor está por venir o por hacer, le diría Ana Laura con un guiño…

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