Tuve un sueño.
En mi sueño no existían los Talkshows, ni las mesas redondas en las que se discuten temas de supuesta actualidad, una y otra vez, por los mismos expertos y tampoco existían los intelectuales del jetset, ya que volar se había vuelto impagable. Pensadores de la región daban conferencias a las que se invitaba a la gente corriendo la voz. Se había abolido la televisión, porque ya nadie la veía. La Internet estaba controlada, ahora sólo el que pagaba, podía poner información en la red. Sólo se podía navegar una hora sin pagar, después se pagaba por minuto. En Facebook costaba la publicación, me gusta y mensaje- La suma mensual de 20 euros no asustó a nadie, lo que llevó a Zuckerberg a recurrir a otras modalidades de pago. Como hace mucho se le había dejado de invertir a las bibliotecas, se acabaron en 2011 la totalidad de los fondos. Estas se digitalizaron después en Ebooks, con el fin de ahorrar costes y espacio. Aquí en el año 2033 son escasos los dispositivos de lectura con los que se hubiera podido leer viejos archivos. Y en Amazon y Google sólo se encontraban a un precio asequible los clásicos de la literatura norteamericana. Muchos autores escriben ahora en inglés o en chino, ya que el mercado sólo demandaba esas lenguas – los idiomas más pequeños se mantuvieron en niveles mínimos de uso diario, su vocabulario se truncó. Al que poseía un diccionario se le veía como leyenda local.
El que tenía algo que decir y no lo quería transmitir sólo de forma oral, tenía que buscarse una de las pocas tipografías existentes, y allí reproducir su escrito a mano o bien buscarse un copista, a un escribiente. El papel se había vuelto caro, así como todas las materias primas, pero quien tenía conexiones, podía tener acceso a las antiguas reservas de las editoriales. La mayoría había quebrado por no haber desarrollado programas autónomos y relevantes, y por haberse sometido más y más a los departamentos de marketing. Los honorarios para las cubiertas de los libros eran superiores a la de los anticipos pagados a los autores. De ahí que estos últimos hayan pasado en cantidades a editar sus propios libros para no tener que contar con el riesgo de que sólo después de seis meses de publicación, sus obras se hayan convertido en maculatura. Quien no lograba reunir el dinero suficiente para un libro entero, se sentía conformaba con volantes o pequeñas ediciones que por lo general pasaban por muchas manos. Debido a su escasez, cada idea por separado era valiosa. Como el desempleo había llegado casi a un 100 por ciento, el Estado le apostó a los programas de educación regionales organizados la ciudadanía, así como a la cosmética natural y al deporte. En fin, algo que ayudara a evitar el aislamiento. Esto hacía recordar a algunos a los años 30 en Alemania, y añoraban con volver al individualismo de finales del siglo XX. No obstante, ya este se había perdido irremediablemente. Ahora imperaba un nuevo colectivismo de la responsabilidad…
Desperté sobresaltada cuando se me sirvió un menú de tres platos. What would you like to drink, M’am? Tomato Juice, please.
Y agarré un periódico de papel, el Herald Tribune, donde aparecía un retrato del escritor japonés Haruki Murakami, quien afirmaba sobre sí mismo ser 99 por ciento autor y uno por ciento ciudadano. Si tenía una opinión política que dar, la daría sin titubear. Y él fue así una de las voces más fuertes que se pronunció en contra del uso continuado de la energía nuclear. Por lo demás, escribe el periodista, éste vive como un monje con 10.000 discos LP de los tiempos en que tenía un bar de jazz en Tokio. Un intelectual oculto. Él también se habría merecido el premio nobel.
Please fasten seatbelts. Ready for landing.
Traducción: Adriana Redondo
]]>Ramy Mostafa en la manifestación contra Mubarak en la Pariser Platz, Berlin, 9. Febero 2011.
El estudiante de 18 años de Neukölln, un barrio de Berlín que normalmente alcanza los titulares de los diarios por las altas cuotas de desempleo, pobreza, criminalidad árabe o por el fracaso de la integración, se ha hecho un peinado Irokese y se ha dejado afeitar sobre las orejas, las letras árabes correspondientess a Egipto, para que su rabia hacia Hosni Mubarak, por haber reprimido con violencia a los manifestantes que salieron a las calles para protestar por la libertad y el derecho, fuera advertida. „En alemán la palabra era muy larga“. Él es políticamente correcto, ya que de alguna manera siempre ha pertenecido a una minoría, como joven alemán- árabe, que vivió 10 en años en Egipto. „Querida gente“, llama, „queridos no – alemanes, no-egipcios! ¿¡Están listo para el show!?“ Remy cuenta doble a cada manifestante alemán: la gente que apoya a un país tan lejano, se ha ganado mi respeto. „Vivimos en Alemania y una gran parte del público, lo siento, de los demostrantes vive en Alemania. Yo mismo soy alemán y he aprendido a respetar a todas las minorías“.
La siguiente rima hecha por Remy, fue fácil de recordar. De ahí que a partir de la segunda semana, en la que participó en por lo menos en seis manifestaciones como agitador, se haya convertido en una „estrella“. Lo saludan en los puestos de Döner, le traen bombones para la garganta y le advierten con humor, que no abuse de su poder, porque sino se convertirá en un nuevo Mubarak.
Aunque las provabilidades son pequeñas „no soy político, soy humano“ dice Remy, cuando lo encontré en su mono ambientecon, con saco de box y las paredes llenas de fotos de visitas de amigos.„No es que mis textos sean mejores que los de otros. En realidad es secundario quien grita los eslóganes. Yo no soy particularmente bueno en nada, pero no tengo problemas en comprometerme con algo hasta el final.“ Él vive desde hace un par de meses aquí, respaldado por la oficina de desempleo, porque su madre lo echó de casa ya tres veces. Ramy tuvo ya con 12 años un schok cultural, cuando se mudo con su madre y su hermano a Alemania desde el desierto en el norte de Egipto. „Aquí parecía que solo contaba la ropa de marca“, pero la educación militar con golpes suaves se había terminado. Él cuenta que „los sentimientos de los niños en Egipto se rompen. Los niños tienen que aprender desde que nacen a ser atrevidos: a salir por su país, a ser soldados.“
Pero no sólo ha aprendido en Egipto la dureza, también sabe qué significa la pobreza. El puede recordar a su tía, con cuya familia vivió un tiempo en el Cairo, con lágrimas en los ojos frente a la heladera vacía. „No sé lo que puedo cocinar“ decía ella. „¿Por qué la gente sólo apoya el hombro cuando los tiempos son difíciles?“, me pregunta Remy. Luego me regala una bolsa de pipas de girasol y una barrita de miel, verdaderamente egipcio, lo que guarda en uno de los cajones del ropero.
La revolución egipcia ahora es conocida como la „Revolución Facebook“, porque muchas de las proclamas y llamadas empezaron en Facebook, en especial en las cuentas de los activistas y del trabajador de Google Wael Ghonim. Él fue arrestado cuando comenzaron las protestas y estuvo 12 días preso e incomunicado. Cuando quedó en libertad, tuvo lugar en la televisión árabe Dream TV una entrevista emocionante, que caldeó aún más las protestas. Sobre todo, porque él, Gohnim, estaba muy decepcionado de que el gobierno no hubiera informado a su familia sobre su paradero. Quizá deberíamos hablar de una revolución de personas por las personas, como lo hacen el filósofo esloveno Slavoj Žižek y el profesor de Oxford en ciencias del Islam: Tariq Ramadan, ambos subrayaron la universalidad de las protestas. Quién puede hablar de una revolución por Facebook, si la red permanició desconectada por el gobierno más de cinco días? Como escribe el diario portugués Público el 12 de febrero: La década que empezó el 11.09.2001, llegó a su fin el 11.2.2011. Los ciudadanos árabes, o los casi- cuidanos árabes, hasta que en un par de meses puedan elegir libremente, han roto con el estancamiento global. ¡Muchas gracias, querídos egipcios!
]]>Sin embargo, para mí la tierra tiene extrañas máculas. Está segmentada y deshilachada políticamente, y esta fragmentación siempre me recuerda que el ciudadano del mundo es algo ideal, apenas real, porque cada ciudadano se estrella contra las barreras políticas nacionales-estatales antes de poder convertise en un ciudadano del mundo (o mundos). Y eso, ya desde Cristóbal Colón. ¿El mundo es grande? No para todos. ¿Salvación? Depende. ¿Quién ha gobernado el mundo entero? ¡Nadie! Y nadie lo hará, porque el mundo entero no puede caber en sólo una cabeza. Ni siquiera se puede disponer de dinero en cualquier parte, por tanto: Money doesn‘t rule the whole world, but just a part of it.
No obstante, ¿cómo podría yo convertirme en ciudadana del mundo, al más puro espíritu de Humboldt? ¿Sería suficiente pasar más de seis meses al año en aviones, perdiendo por tanto mi residencia en Alemania? Me convertiría en una molestia y se me reclamaría que estableciera un lugar fijo de residencia; por los impuestos, claro, no existen los impuestos mundiales. Sería una apátrida, estaría perdida, nadie querría tener nada que ver conmigo. Tendría terribles problemas para viajar y entrar en otros países, porque no estaría claro de dónde procedo: ¡podría ser un elemento hostil! El estatus Mujer del Mundo es más fácil de alcanzar: sólo hace falta viajar un poco y poder contar muchas historias exóticas. Internet resulta de mucha ayuda para eso. Los ciudadanos del mundo (con todo lo que conllevan los términos “mundo” y “ciudadano”), a día de hoy no pueden ser nadie fuera de las organizaciones nacionales-estatales. El término es demasiado idealista: al fin y al cabo, el mundo no es tan redondo como se nos presenta.
La globalización es también un ideal, al cual le repugnan las asimetrías políticas del planeta. Es un término tan erróneo como universal o total. Lo ideal son los medios de coacción, sin llegar a ser regímenes por sí mismos. E, increíblemente, sólo Humboldt alcanzaría el ideal de ciudadano del mundo, porque incluso en sus tiempos el planeta estaba ya globalizado en las mentes de muchas personas. Sus ideales permanecen como tales hasta hoy, sin embargo. La globalización tiene mucho que ver con la pregunta: ¿cómo entra el mundo entero en mi cabeza? Y la respuesta para ello es la capitulación ante el miedo a la pérdida de peso social o cultural. Pero el mundo no abarca toda la tierra, ni observándolo de una forma global.
Traducción: Ralph del Valle
]]>¿Consecuencias? Hoy tenemos un expresidente, mito histórico y dinosaurio de la izquierda semi radical –Fidel Castro, sí- que reconoce en una entrevista la poca funcionalidad del modelo socialista cubano. Aunque luego se retractara, la declaración tiene vínculos demasiado evidentes con las nuevas medidas económicas del presidente, su hermano Raúl, donde por primera vez en 50 años no sólo se le da valor a la propiedad privada sino que se la incentiva por medio de despidos masivos. ¿Y cómo se refleja esto en mi vida cotidiana? Digamos que la globalización en materia económica es una leyenda de la que he escuchado tanto -y con un nivel similar de influencia sobre la realidad- que la historia de Papá Noel …
Otro signo de la globalización: migraciones en aumento. En el caso de Cuba otra vez el Estado nacionalista-comunista-socialista (esas han sido las distintas nominaciones del periodo revolucionario) ha impulsado olas de migración masiva, en contextos específicos y bajo términos y condiciones sumamente polémicas, mientras que por otro prohibió al ciudadano común viajar al extranjero, emitiendo un permiso de salida –y permiso de entrada para el cubano emigrado- que convierte a la isla en una gigantesca cárcel donde el mar hace las veces de frontera. Entonces… esto de las migraciones es un tema delicado para cualquier cubano, y está lejos de parecerse siquiera al modus vivendi de un privilegiado ciudadano del primer mundo.
Por último, cada uno de nosotros es un mosaico de elementos, reza la propaganda de la nueva ideología consentida del norte –la globalización, ¿cuál otra podría ser? Bueno, en Latinoamérica otro gallo cantaría o canta… Las independencias de nuestros países del régimen colonial se llevaron adelante excluyendo varias piezas del mosaico continental. Los habitantes originarios, más los negros y los chinos, junto a otros, fueron expulsados dentro de cada país hacia zonas periféricas de una sociedad criolla que se erigió como blanca y occidental.
Hacia finales de este proceso, muchos “etnólogos” –en Cuba tenemos a Fernando Ortiz- comenzaron a hablar de sincretismo, de transculturación, y en fin, de mezclas a diestra y siniestra. Sin embargo, ese empeño de concebir en una misma sopa a todas los ingredientes del mosaico es un movimiento reflexivo que tiene bastante de falaz y mucho del, como decimos por acá, “pasarse de listo”. Es una forma de incluir sin incluir: ¿qué vamos a incluir si todo está ya presente? La línea evolutiva de este pensamiento -que tuvo de positivista- llegó hasta nuestro siglo XX y tomó su lugar en la Revolución Cubana, cuando esta asumió la postura de eliminar todas las organizaciones de minorías en el país, y decidió declarar sin vigencia la discriminación racial de una manera suigéneris: ejerciendo la discriminación positiva, por un lado, y declarando que ningún revolucionario podía ser racista, por el otro. El análisis de cómo la Revolución Cubana ha manejado ideológicamente la diferencia entre “lo que debe ser” y “lo que es” llevaría a una buena lección de política. Desgraciadamente una lección de política que serviría para hablar de “multiculturalismo”, esa etiqueta globalizada.
]]>Todo ser humano lleva de alguna manera a un inmigrante dentro de si, a lo mejor se trata del buen ciudadano que se encontró René Hamann. (el que en este momento niegue con la cabeza debe mirar la historia de su familia un par de generaciones hacia atrás). Lo nuevo es que cualquiera puede permanecer unido con su país gracias al Internet, la televisión por cable, la radio y el skype. Los cables que atraviesan el mar sirven como cordones umbilicales, con eso el juego Fort-Da de Freud es llevado al absurdo: es posible estar tanto aquí como allá, por lo menos como un hermano, amigo, padre, contacto en Facebook hiperreal. A partir de esa tension es posible crear una „nueva manera de identidad hecha de practicas culturales propias y ajenas“, como lo formula Lizabel Mónika. Ella pide que el „ser extranjero sea aceptado como una forma de tráfico entre ciudadanos“. El que es extraño, ve las cosas de otra manera. El que es extraño puede dar consejos constructivos. El extranjero vive malos entendidos.
Hoy basta con viajar en bus para sentirse, voy a decirlo, „extranjero productivo“. Para mostrar donde cojea el debate. En los buses de linea de la empresa estatal de transportes se encuentran trabajadores y desempleados, turistas, asilados y personas que viven aquí hace mucho tiempo, familias, parejas y solteros, estudiantes, obreros, músicos callejeros. Ellos utilizan los colectivos, el tranvía, el metro y los trenes por casualidad. En un vehículo se convierten en compañeros de un cotidiano común. Agustín Calcagno escucha en el bus una mezcla entre cumbia y minimal Tech, María Medrano voces de mujeres que visitan a sus parientes en la cárcel, Leo Felipe Campos se compadece de visitas que no quieren arriesgare a vivir „las aventuras de los distintos medios de transporte“, Rery y yo encontramos turistas y a un pintor boliviano muy famoso en el M29. Hago una petición aquí, fundar una nueva manera de ciudadanía, la ciudadanía-bus. Frente al bus somos todos iguales. ¡Viaja más en bus! Atrapa la vista de los otros.
PD. Podrán decir naturalmente que eso es una locura. Pero esa manera de aproximación a distintos códigos culturales sería al menos un principio. Podríamos empezar a hablar con ellos, con aquellos que se sientan a nuestro lado. Desde los dos lados. Un bus y un beso, eso iría bien.
]]>Doppelhelix - Wikipedia, GNU Free Documentation License
Cuando a alguien (como yo), a finales de la treintena, de repente le dice un funcionario en el senado de Berlín que por sus padres tiene antepasados inmigrantes y por lo tanto debe poner una equis en la casilla correspondiente en el formulario para recibir una beca, se tambalea la autoimagen de las cosas bonitas. Hasta entonces había dado por hecho que, simplemente, era alemana (en mi infancia nunca fui tratada como niño de inmigrantes, ya que la RDA prefirió esconder bajo la alfombra la histórica nota al pie en el currículum de mis padres, que habían sido expulsados o realojados o lo que quiera que fueran de los estados del este). Pero de pronto todo se complicó. A partir de entonces, necesité una palabra para restablecer mi equilibrio cognitivo: heterogeneidad.
Jo Schneider ya ha llamado la atención en su ensayo sobre el dichoso debate que se mantiene en este momento en Alemania sobre el ascenso y caída del cociente intelectual alemán debido a las familias inmigrantes (musulmanas). Una discusión así no es solamente risible, sino que, para mí (como alemana con pasado inmigrante recién salida del horno), no toca el problema real: la extraña naturalidad política del “ser alemán” como algo homogéneo. Ahí reside también una especie de supuesta herencia genética del ser alemán, que resuena latente en el debate actual, pero que no se toca desde los medios de comunicación. Si ningún gen determina decisivamente la subsistencia de una nación, pueblo, etc, entonces tampoco determina la del alemán. Así limita un estado la individualidad de sus ciudadanos, al certificarles un pasado que constituye un derecho para cada individuo, ya que cada individuo es libre para moverse de aquí a allí, desligarse de un contexto cultural y unirse de nuevo a otro. ¿O acaso la globalización sólo vale en un plano económico?
La actividad de los medios de comunicación alemanes para aclarar el estado de la investigación genética actual muestra todavía más: cualquiera puede convertirse en ciudadano alemán. Si ser alemán significa ciertas costumbres, un hábito específico, dominar la lengua alemana y haber disfrutado de una formación (en gran parte idealizada), eso significa únicamente que uno ha sido marcado por la actuación de un modelo (o entorno, por lo que a mí respecta) cultural específico. Afirmo sin ningún reparo que muchos de los llamados “alemanes homogéneos”, esto es, los alemanes sin orígenes inmigrantes, a menudo no encajan en el modelo pertinente. La pobreza de la formación en Alemania es el resultado de décadas de fracaso político, chapuzas y de incapacidad de realización en este área y un desplazamiento progresivo de la responsabilidad de la educación a la esfera privada familiar. Pero una responsabilidad de la educación que marca a un pueblo y que lo legitima como independiente no debería desplazarse al campus marcado por lo heterogéneo e individual de cada familia alemana, sino que debería ser independiente de ellas, debería salir de la fuerza vinculante del sistema de esta comunidad cultural. Para ello se debería entender primero esta comunidad como abierta, individualizada y, sobre todo, heterogénea y cambiante, y tener claro que en cada hogar se puede ser lo que desee (individuo, con cierto pañuelo en la cabeza, con cierto peinado o con lo que sea que le otorgue equilibrio espiritual). Alemania es por ley un estado laico, no deberían entrar consideraciones religiosas en los debates políticos, a no ser que todos nos engañemos.
Mis orígenes inmigrantes , y con ello mi heterogeneidad alemana, los cuento como mi ventaja cultural. Llevo algo siempre conmigo, algo de color en el horizonte. Si en algún momento puedo permitirme descodificar mi genoma, lo haré para ver si se puede demostrar en mí un modelo genético específico para la inmigración, que quizá yo le haya pasado a mi hija. A lo mejor ella también tendrá que oír en este país que pertenece a la segunda generación de una familia inmigrante. Pero quizá entonces, con más inteligencia, ya no usemos el término. Ahora que soy oficialmente una alemana con origen inmigrante, me siento así.
Traducción: Ralph del Valle
]]>Mi horóscopo estaba agotado. Demasiado ácido cianhídrico, demasiados cambios de humor, demasiado universo. Ayer vi al ciudadano perfecto. Tenía cabellos dorados. Era inteligente y leído, sin mácula, inocente y limpio. Rebosaba buen juicio. Frente a él, yo seguramente era Mercurio. Un planeta abollado. O Plutón, atrás en algún lugar oscuro, o Júpiter, Neptuno, el lado oscuro de la galaxia. La antimateria. Él no podía imaginar la carga que significaba para mi. Él no se imagina nada. Él es el ciudadano perfecto. No proviene de un hogar roto, no tiene caprichos creativos, no tiene cortes en los brazos, no vomita dolor, no tiene ningún dolor. Un miopía como máximo.
La tierra vista desde Mercurio. Fotografiada por el „Messenger“.
Una sonda, que se enroscará en la órbita el año que viene.
Yo escribo por dinero, yo escribo por amor, escribo para la suerte.
Ellos me pagan con veneno.
Vivo en el lugar y el tiempo equivocados. Demasiado universo.
El ciudadano perfecto, un césped inmaculado, la prudencia. Alguien del lado luminoso.
En cuanto uno observa un objeto se modifica. Relación de indeterminación.
Me siento como un adolescente, todos los días vuelvo a perderme desde el principio.
– ¿Sabías que los Gauloises en Francia son una marca para gente de medio pelo?
-No, no lo sabía.
-También en Rusia. Allí son chic esos cigarrillos delgados.
Demasiado yo también. Un mundo que se refleja. ¿Conoces eso?
Cuando el cerebro se calienta. Se prolonga. Un punto lejano.
Y me siento triste frente a mi máquina de sueños. La máquina de sueños en la playa bajo el firmamento. Todos caminan al vacío.
El ciudadano perfecto me preguntó por dinero, se deja invitar. Me da venenos. Veo las fábricas en las que son producidos. Las fábricas son inexpugnables. Serán recorridas. Son de un tiempo distinto.
Busco la frecuencia común, no la encuentro.
Lo que decimos está codificado.
Se refleja en el acensor. Un mundo reflejado en el que me enciendo un Gauloises.
Por lo menos nos abrazamos al despedirnos.
Traducción: Rery Maldonado
]]>El recapitular de Safo encendió la noche. Freud ya se había tomado unos tragos, quiso objetar algo, pero madame Beauvoir, la cual se encontraba a su lado, no lo dejo abrir la boca. Herder, con espíritu conciliador balbuceo: -¡Zeitgeist, no es más que esto! Bukowski desinhibido agregó: -Para que tanta discusión, si a fin de cuentas ciudadanos o ciudadanas no pueden cambiar nada. Marx entraba con una botella de vino en la mano y grito: -¡Lucha de clases! Lo que debemos hace… Tina Modotti le plantó un beso, mientras Hannah Arendt tajante mirando a ambos con actitud desdeñosa, dijo: – Carlitos, cuidado con afirmaciones que acaban en totalitarismos. Pero el decididamente no parecía querer escuchar, demasiada pasión. La situación parecía explotar. En medio de todo aquello la voz inquebrantable de Chavela Vargas nos canto El último trago. Yo me di cuenta de lo poco que me importaba la ciudadanía y lo mucho que me valoraba al ser humano. Martí, siempre a mi lado, intuyendo mis pesares, me comentó: – Lo más importante somos nosotros: hombres y mujeres; mas ese nosotros es la capacidad que tenemos de relacionarnos, por lo tanto la expresión política de este relacionarse, el ser ciudadano, no debe perderse de vista. Octavio Paz, que había acabado de aplaudir a Chavela, le dijo a Martí: – No olvides, somos los hijos de la chingada. Él – dijo señalándome – no es ciudadano de ninguna parte. En Cuba porque aunque con aparentes derechos no podía hacer nada. En Berlín porque no tiene derechos y si los tuviera, bien poco podría hacer. Bakunin, estaba en el suelo a mi derecha conversando con Tagore, pareció haberlo oído y agregó: –El estado de ciudadanía es una falacia, pues el Estado que lo valida, distingue entre ciudadanos y no ciudadanos, olvidando así la raíz de todo: el ser humano. Lezama Lima puso a Gardel cantando Volver. Foucault y Gramsci que estaban bailando sin música en una esquina a mi izquierda se lo agradecieron y siguieron en lo suyo. Indescriptiblemente Kant no dijo nada en toda la noche, se vía a triste; alguien comento que Juana Bacallao estaba embarazada de él; pero quizás eran solo rumores.
¡Qué nochecita! Lewis W. Hine hizo una foto de la ella. En ese momento mi abuela se encontraba en algún lugar de la sala; ella, iconoclasta, veterana de luchas, con su sonrisa alumbra corazones y un mojito en la mano, es el faro por el que me guío. Nos miramos, sonreímos. Con esa sonrisa ando de mitin en mitin, pues como dice mi abuela: lo mejor está por venir o por hacer, le diría Ana Laura con un guiño…
]]>Sigo enojada por eso. Me dí cuenta de la poca influenca que tienen las elecciones democráticas y los movimientos sociales en la política, de que vivimos en una „postdemocracia“, según la define el politólogo britanico Colin Crouch. Elites económicas, grupos de lobbyistas y asesores toman las desiciones, porque el Estado se retira cada vez más de su tarea de asistir al ciudadano. Crouch pide que se creen nuevas identidades ciudadanas.
¿Cómo podrían verse? Emma Braslavsky sugiere un posicionamiento cotidiano como „Ciudadano-Individuo“, que se caracteriza por la adaptación y la resistencia. Lizabel Mónica se siente llamada a nalizar las „frases politicamente inactivas“ en el texto de Rene Hamann. Nesecitamos pues, un permanente ensanchamiento de nuestra conciencia. Solo en la medida en que las realidades son reconocidas y adecuadamente descritas pueden modificarse, ya sea en Megacities, como las de Leo Felipe Campos o Calos Manuel Velázquez o atravez de „objetos mágicos“ (Fernando Barrientos), con los que se consigen lugares imaginarios autogestionados y con eso una retroalimentación en la que interviene la realidad. Tomar una libro en la mano, es algo que podemos elegir.
Si „ciudadano“ es un concepto usado y antiguo, uno que ya en su forma primitiva era elitario, ya que solamente hombres poderosos podían elegir en la Polis, tenemos que reciclar al ciudadano, lo digo así en nombre de los alemanes, que siempre queremos reciclarlo todo. Si nos ponemos juntos a pensar, podríamos hacer de los „No-Lugares“ (Karen Naundorf) ahora a menudo muy virtuales, en los que el sujeto se siente libre, pero en los que al mismo tiempo está „permanentemente ausente“, nuestros bares habituales. Con eso no quiero proponer una vuelta la cultura original, sino a una cultura de la comunidad. Todos necesitamos nuestro lugar en el que augmented reality, en el burguésamente cotilleemos (Luis Felipe Fabre) y presentemos nuestras posiciones. Donde seamos nuestros propios representantes.
]]>(R)evolution (c) by Emma Braslavsky
Siempre me ha enervado el unirme a un movimiento, partido o a un grupo cualquiera. Detesto los actos multitudinarios y las excursiones en grupo. Si alguien me pregunta por mi posición política, respondo: autodinámica. Si alguien me pregunta por mi pertenencia religiosa, digo: autoerótica. A la pregunta de cuánta influencia sería capaz de aceptar por mi país como individuo totalmente autónomo, debo conceder: ninguna que sea convulsiva en tanto en cuanto no despliegue una fuerza material à la Berggruen o à la Albrecht. La materia desarrolla atracción, dijo mi profesor de Física, y nos aclaró con un billete de 5 marcos y otro de 100 la diferente fuerza con que se precipita la atracción de las partículas en ambos. Para los románticos que leen este blog, digo pues: mi vida comprende la narración, la escritura y el amor. Para los realistas entre vosotros, admito que mi vida está determinada por mi familia, mi lucha con el sistema berlinés de educación y por la superación de los propios gastos administrativos burgueses, dado que yo misma soy sierva y autónoma y debo y quiero asumir toda la responsabilidad. Y para los que sois materialistas, confieso que desde siempre mi vida está marcada por billetes y divisas cambiantes, por reformas monetarias y expropiaciones, y por tanto está consiguientemente curtida.
Huxley pontificaba a los lectores con la cita
Los hombres sabios buscan por sí mismos las experiencias que desean tener.
Si tuviera razón con esto, ¿hubiéramos tenido algunos de nosotros la posibilidad de elegir el segregarnos de los efectos de esta miseria financiera y política? Pero a Huxley le fluctúa, como la mayoría de nosotros, el sofisma de que una elección es siempre un acto de autoafirmación. Por lo tanto, no tienes en general ninguna influencia sobre lo que puedes elegir. La elección, como derecho fundamental democrático de cualquier ciudadano emancipado, no es para mí sino la justificación para la democracia y la co-gestión. Por ejemplo, en un restaurante, uno puede elegir de lo que se oferta. Si tengo suerte, puedo cambiar las patatas por arroz en un plato. Pero no serás bien recibido si ocasionas demasiadas “molestias”. Demasiada co-gestión es molesta para la gran mayoría.
Cuando se juntan el “ciudadano” y el “individuo”, no siempre surge una relación de amor. Las lenguas anarquistas podrían incluso esperar que ambos se acribillaran mutuamente. Pero, con la mano en el corazón: ¿quién de nosotros tiene ganas de estar corriendo todo el día por ahí con el megáfono y darle la vuelta al “sistema”? ¿Quién de nosotros quiere estar votándolo todo las 24 horas del día todos los días? Un distintivo de la vida es la simetría entre el acomodo y la resistencia. Eso se puede transmitir con tranquilidad a la sociedad. Ser un individuo no significa otra cosa que poder tomar con convencimiento una posición propia en la vida, así como poder abandonar también con convencimiento dicha posición. Un individuo está desnudo. Un ciudadano nunca está desnudo. Reconoce colores, se relaciona y está relacionado con una macroestructura. Un ciudadano-individuo puede borrarse de esta macroestructura y entrar en otra. Y puede disfrutar y rechazar simultáneamente cualquier macroestructura. En el próximo ensayo continuará el análisis y las aplicaciones prácticas para la vida. Por cierto, en la “superación” de la oposición yace un tipo de sublimación. Superación con el significado de: aguantan y triunfan. Si a alguien le gusta, puede elegir su propio título para este ensayo. A quien no, debería hacerlo.
Traducción: Ralph del Valle
]]>