“Las morales de la historia“

Así se titula la traducción al español del libro de Tzvetan Todorov, publicado en Francia en 1991, bajo el titulo Les morales de l`histoire. Es un compendio de ensayos, de casos históricos como la conquista de América, que desarma la perspectiva unilateral de las “Ciencias Humanas” o “Humanidades”, como se llama a las facultades que agrupan a materias como la historia en las universidades.

Todorov centra su tesis en la crítica a la metodología científica, teóricamente desprovista de “moral” y sentido político, que constituye el discurso histórico colectivo de una sociedad. Nos invita a ponerla en duda, en la medida en que nos propone reconocer que en la descripción de un acto humano, hecha por otro humano, ya la selección que se hace de las palabras para construir el texto es un “juicio de valor”. Cada adjetivo está escogido desde una subjetividad y desde un sistema de valores. Resumiendo: cualquier texto escrito, también el literario, no es más que una instantánea, una polaroid, del momento por el que atraviesa la cultura en la que ha sido escrito y sobre todo, es una foto del observador, del sujeto que escribe. No necesariamente la verdad ni necesariamente una mentira.

El Zeitgeist, la época a la que nos refieren la mayoría de los autores esta semana, es de descrédito a la institución Historia, escrita con mayúsculas. Sea porque el país ha desaparecido, sea porque la distancia con el Estado que dirige el discurso oficial es enorme, sea porque una revolución debe autodefinirse y crear sus propios mitos, sea porque la migración y el aprender otra lengua nos obliga a rebuscar en nuestra identidad. En cualquier caso nuestra visión de la historia es personal. La memoria de nuestros mayores es la que prevalece.

Como escribe Luis Felipe Fabre en su ensayo: “Me gusta pensar en mi abuela así: una niña recolectando pedacitos de historia como otros niños recogen caracoles en la playa o como otros cazan luciérnagas.”

no más comentarios