Nuevo Mundo en la Red – Los Superdemokraticos http://superdemokraticos.com Mon, 03 Sep 2018 09:57:01 +0000 es-ES hourly 1 https://wordpress.org/?v=4.9.8 Trolling grupal en la quinta internacional http://superdemokraticos.com/es/poetologie/gruppen-trolling-in-der-funften-internationale/ Fri, 16 Nov 2012 16:30:22 +0000 http://superdemokraticos.com/?p=6458

Nosotras decimos: La quinta internacional solo puede levantarse en la red.

Ahí donde Facebook es el tercer país del mundo. Donde no hay etiquetas y en cambio,  condiciones de uso que nadie lee. Donde el amor realmente solo es una palabra. Donde la aprobación significa un clic del maus. Donde  nos amistamos con desconocidos y nos enemistamos con conocidos. En la web oscura de autodefinidos nerds donde gobiernan los hackers, donde nacionalidad, color de piel y sexo se diluyen en el HTML, somos hyperlinks en un tiempo hyperlink.

Por eso decimos: la quinta internacional solo puede levantarse en la red.

Dentro de los muros del tiempo hyperlink se desarrollan utopías de un socialismo antiguo y premarxista. El pensamiento hegeliano de progreso se ha esfumado, la observación altiva de la historia a abdicado. Repensensarse a partir de la revolución tecnológica, implica representar una concepción líquida de tiempo y espacio. Por ejemplo: sentarse en el escritorio berlinés escuchando la radio boliviana. Hoy todos deben ser anarquistas. El internet significa libertad, desorden, un hablar y escribir sin control, por lo menos en el estado ideal.  La web libre nos permite encontrar nuevas ideas simple y rápidamente, ideas frente a las cuales comúnmente existen muchos prejuicios. Las estructuras de poder dadas son puestas crudamente en entredicho a partir de ese desarrollo – la reacción es, en nombre de la seguridad y la justicia-, la imposición de límites. Los pacos ya están ahí, pero nosotras exigimos W-lan para el mundo entero. La red no debe ser colonizada, nos pertenece a todos.

Por eso decimos: la quinta internacional solo puede levantarse en la red libre.

Sobre todo somos seres redactados en el idioma de la web. Nuestra subjetividad se expresa con palabras e imagines, en decisiones estéticas que citan el inconciente colectivo. Las ansias secretas de las personas se encuentran online.

La red nos da la opción de cortar a medida la minoría a la que pertenecemos a nivel mundial, siempre conectada, a menudo solitaria, como activista para la difusión de contenidos. En el anonimato de nuestros avatares no necesitamos adecuarnos a la opinión mayoritaria -atrás, adelante, al lado, a tu lado. Arriba, abajo, lady bum-. Así pueden romperse mejor estereotipos.

De ahí que la manera de escribir más consecuente sean los blogs. Bloggers son Internet-nihilistas concientes. Su actitud de “cero comentarios” es una estrategia positiva para ignorar el mainstream y la existencia editorial de Bertelsman y Pinguine. Los productos de Berstelman deberían ir marcados como las cajetillas de cigarrillos con la leyenda: “Atención: La pseudocultura que vendemos, puede producir daños ideológicos graves”.

Por eso decimos: la quinta internacional solo puede salir de espacios libres en la red.

Estamos perdidos en la estética de la superficie. Ese también es un problema de los partidos de izquierda y de las instituciones que se refieren superficialmente  a la iconografía de izquierda, más preocupada de honrar la nostalgia,  que de promover maneras de interactuar. Símbolos donde lo más importante es rojo. Rojo y con barba. Con mucho gusto en bolsa de yute con la cara del Che. Hoces y martillos. Y eso que el proletariado trabajador ha sido substituido por un proletariado de teclados y su oferta de servicios, que preferiría ingresar a un chat en inglés global, que afiliarse a un sindicato. ¿Pero dónde está el lobby internacional para los trabajadores de la red? ¿ por el salario mínimo para librepensadores, que quieren apuntalar las estructuras democráticas?

El internet debe ser cedido como espacio político y cultural. Desentierra clásicos y los salva del olvido. Los bibliotecarios de la red son copistas, que transcriben sus textos favoritos, los proveen de URLs y se los regalan a sus lectores universales.  Autores hyperlink deben conocer mejor su árbol genealógico, sobre todo la parte del árbol que fue obligada a abandonar Europa. Latinoamérica está llena de anarquistas y trotskistas, minorías de izquierda, que se preocuparon del arte y su rol en la sociedad y que nunca alcanzaron los medios masivos de comunicación.

Por eso decimos: la quinta internacional solo puede levantarse de comunas científicas.

Hablemos de Trotsky. Fue uno de los pocos revolucionarios que se interesó por el arte y la literatura. Un hombre con barba. Un exiliado en América Latina. Visitamos su casa “burguesa” en Coyoacan en Mega-México-citty. Su bunker. El patio en el que criaba conejos y gallinas en jaulas, porque creía que un escribiente revolucionario debía realizar tanto un trabajo intelectual como un trabajo manual.

La primera exigencia del artista es la libertad temática para acceder a la propia estética, escribieron Trotsky y Bretón en un manifiesto conjunto escrito en México en 1938. Por eso una novela, con el subtítulo “novela de izquierda”, fracasaría como novela. La impronta de un sistema estético izquierdista le quita a la obra de arte su independencia. Tenemos que distinguir entre izquierda como label , como pegatina para el auto o la bicicleta, y el hyperlink como accionismo utópico. Un autor hyperlink es el que escribe libre y actúa justamente. El arte libre nunca fue demasiado apreciado por los izquierdistas ortodoxos que llegaros hasta los libros de historia.

Por eso decimos: la quinta internacional solo puede producirse como suma de espíritus libres en la red.

Como espíritus libres nos lanzamos miradas profundas y podemos permitirnos decir algo romántico de vez en cuando. El futuro en el que nos encontramos corre como una doble elipsis codificada, compuesta de innumerables combinaciones de ceros y unos, equis y yees. El quinto sol de los mayas empieza este año en diciembre, se anuncia una nueva era de la historia. Ha llegado el momento de que el autor hyperlink descubra un nuevo ser humano y nuevos lectores, organizados más allá de sus fronteras.Todos necesitan traductores, para permanecer diversos y democráticos, como Yoani Sánchez, la blogera cubana, cuya página es traducida por más de 20 voluntarios alrededor del mundo. Trotsky hablaba español con acento ruso. Los nuevos activistas de la red leen y escriben con acento, son mestizos con faltas, muchos ojos y puntos de vista.

Por eso decimos: la quinta internacional exige: “Usa Google Translate”.

Deben reconocerse pecuniariamente nuevas actividades: en lugar de jugar a la lotería, todas las semanas debería premiarse con 30.000 euros el mejor tweet. Escribir aforismos es duro, dicen en Oruro. Si Facebook guarda todos nuestros contenidos y los califica, la empresa debería también comprar una buena foto de vez en cuando. Quien escanee sus libros favoritos o los transcriba y digitalice para la biblioteca en red, se merece un sueldo justo. Lo mismo que los programadores y los desarrolladores de Software. Si Trotsky hoy estuviera en el exilio, comunicaría sin pausa desde México por todos los canales. Trotsky sería un troll financiado por el crowsourcing. Pero trollear contra un gobierno es mucho más difícil de lo que una pudiera suponer. Por el momento algunos países ya han empezado con su policía en Facebook,  el caso de Bolivia, Venezuela, Irán y así, en España, Grecia e Italia se discuten medidas parecidas.

Por eso decimos: la quinta internacional será construida por troles hyperlink.

Troles hyperlinks trabajan para el  grupo, por el que pelean y hacen trabajo de lobby para su herencia utópica. Escriben obsesivamente sobre un tema, donde pueden, aunque nadie les pague por ello. Son provocadorxs. Las palabras son el armamento. No esconden su rostro detrás de una media, sino que dan la cara públicamente para defender sus opiniones. Reaccionan impulsivamente, son involuntariamente comerciales, no están orientados por el mercado sino hacia el ser humano. De ahí que uno de los principales mandamientos del troll sea compartir: es el mejor amor al prójimo! Así construyen estos dhijadistas cooperativas textuales, que a su vez trolean independientes y autónomas.  La solidaridad entre trolles es un deber, trolear en grupo es la táctica revolucionaria.

Por eso decimos: la quinta internacional solo puede difundirse por el trolling grupal en la red. Alemania olvídate de tu pasaporte de vacunas: relájate y disfruta.

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El otoño en Pekín http://superdemokraticos.com/es/laender/venezuela/herbst-in-peking/ http://superdemokraticos.com/es/laender/venezuela/herbst-in-peking/#comments Mon, 25 Jun 2012 09:45:14 +0000 http://superdemokraticos.com/?p=6441 Siempre viví lejos del mundo. Un pueblo perdido en un país perdido en el que las librerías estaban llenas de útiles escolares, revistas de moda y tal vez algún bestseller. Una vez, por equivocación, llegó a una de esas librerías “El otoño en Pekín” de Boris Vian. Mi papá lo compró inmediatamente. Lo trajo a casa como si fuese una rareza. Era en realidad una rareza doble: por un lado se trata de una novela tan estrafalaria que ningún editor mojigato y pesetero hubiese publicado en estos días; por otro lado, me es imposible imaginar que enrevesada confusión llevó ese libro a aquellas vitrinas repletas de sacapuntas, colores, cuadernos, Stephen King y Hello Kitty. Yo me maravillé con aquellas páginas y me fui junto al protagonista en un autobús absurdo, a ese otoño inexistente y sin Pekín.

Nada había en las bibliotecas de aquel borde del universo más que libros a punto de volverse polvo. Reliquias antiquísimas que se iban llenando de comejenes. Eran buenos libros, sí, pero ninguno superaba la fecha de fundación de la biblioteca. Nada era nuevo, como si la literatura fuese cosa de otros tiempos.

Ahora vivo en otro borde. En un país en el que se habla una lengua diferente a la mía. Hay libros por todas partes a los que yo no tuve acceso hasta que no domé este alfabeto cuadriculado. Y aún así, sigo prefiriendo leer en alguna lengua de alfabeto latino. Todavía hoy no tengo acceso a esos libros porque no he “domado” a la economía. Vivo en un borde económico en el que no puedo comprar todos los libros que quiero leer.

Por todas estas razones, pocas veces he comprado libros. Mi biblioteca invisible esta compuesta por préstamos y robos. Antes estaba llena de fotocopias. Ahora son PDF legales o ilegales que merodean por el ciberespacio. O libros que tomo en préstamo de una espléndida biblioteca pública en la que estoy registrada y de la que soy adicta. Conmigo las editoriales y los escritores sólo ganan una lectora. Fanática, apasionada, adoradora, pero que no retribuye económicamente a nadie. Pero un lector más, ¿a quién le interesa? Tal como están las cosas, poco importa captar lectores, lo que interesa son compradores. Hace unos meses hubo un escándalo en la prensa de habla hispana debido a que una escritora española de cierta fama se quejó públicamente de que su libro había sido “bajado” de Internet de manera ilegal muchas más veces de lo que había sido comprado. Las reacciones no se hicieron esperar, pero yo suscribo la de aquellos que señalaron la poca importancia que le dio dicha escritora a la cantidad de lectores que la leyeron y que de otra manera no lo hubiesen hecho.

Porque da posibilidades de leer a quienes de una manera u otra no la tienen, yo alabo el flujo de información a la que se puede tener acceso desde cualquier borde, baste tener un cable conectado a la red. Si no fuese por ese fluir de la cultura a través de sitios sin fines de lucro, pero también a través de páginas ilegales, yo casi no leería. No podría comprar más que un libro o dos. Si no fuese por un amigo “robinhood” literario, yo no estaría al tanto de nada. Si no fuese por esa biblioteca o aquella otra, yo seguiría lejos del mundo. Pero que yo me acerque al mundo a nadie interesa. No representa una ganancia ni para unos, ni para otros.

Y mejor no hablemos de música. Mientras escribo escucho una banda llamada Chinawoman de la que nunca hubiese tenido noticias sino es porque alguien la puso en su muro de Facebook y yo pude seguir escuchándola a través de alguno de los pasadizos de la red.

A través de esos pasadizos me voy a ese otoño y a ese Pekín que fueron una rareza en aquel pueblo perdido de aquel país perdido en el que viví gran parte de mi vida.

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Te http://superdemokraticos.com/es/laender/deutschland/ich/ http://superdemokraticos.com/es/laender/deutschland/ich/#comments Fri, 01 Jun 2012 07:04:24 +0000 http://superdemokraticos.com/?p=6434 Un amigo boliviano me preguntó recientemente: Por qué quieres ir a este país-no país? Es su visión de Bolivia. Claro que Bolivia es un país, como lo son Alemania, Camerún o Tailandia, con su carácter particular. Sin embargo queda la pregunta: Por qué quiero ir allí? Dificil encontrarle palabras. La historia empezó hace mucho, a mis 16 años, cuando el azar me llevó a Tarija, una ciudad pequeña en el sur del país, región vinícola con un clima agradable, cerca de la frontera con Argentina. Ahí pasé un año que al principio me parecía eterno. Escribía cartas por correo a mi familia y mis amigos en Berlín, que tardaban un promedio de seis semanas para encontrar a su destino si es que llegaban. Mi madre me llamaba una vez por semana y pagaba fortunas para la factura telefónica. La manera más rapida de comunicarme, aparte del teléfono, era por fax, máquina que producía una especie de melodía desafinada al recibir mensajes y tardaba un minuto por cada línea. Debido a las barreras comunicativas, mi casa del otro lado del mundo se alejaba cada vez más mientras mi paradero se iba volviendo cada vez más presente. Cuando volví a Europa para entrar nuevamente a mi antigua vida urbana-berlinesa, no entendía bien lo que me estaba pasando. No se sentía igual que antes. Me dí cuenta que algo mío se había debido quedar allá.

Lo fui a buscar años después, cuando volví para pasar un tiempo en La Paz, esta ciudad situada a 4000 metros de altura en forma de olla, en la que siempre hace calor y frío al mismo tiempo. Comprendí que este periodo años atrás no había sido una anécdota remota. No encontré lo que había venido a buscar, sino cosas nuevas e inesperadas, entre ellas mi novio tarijeño. Seguían años de ir y volver, durante los cuales me movía, siempre a punto de marcharme, como pájaro entre norte y sur. Desde mi primera estadía en Bolivia había evolucionado la tecnología. Mediante el internet y programas de chat hacíamos “conferencias de video”, viendonos en 2D en nuestros propios entornos. En el ciberespacio creamos nuestro mundo propio, nuestro lenguaje, nuestros códigos. Me preguntaba cómo habrían superado la distancia las parejas hace cincuenta, cien años? Qué habrán hecho en casos de urgencias, aunque sean de carácter emocional?

Vivía aquí y allá a la vez y en ningungo de los dos sitios realmente. Con el tiempo desarrollaba una especie de bipolaridad geográfica. Mis amigos me decían que debía ser realista y emprender mi vida en Berlín de una vez. No entendían que eso era muy real. No era cuestión de eligir. Pero aunque las herramientas virtuales crean una cuasi-presencia, no es lo mismo chatear a estar frente a frente. Mientras la imaginación y la perseverancia desarrollan fuerzas sobrenaturales, la cercanía física se caracteriza meramente por su ausencia. El sexo se vuelve un concepto abstracto. El amor se comprime en emoticones: <3 o :*. Me empezé a preguntar cuanto quedaba del “nosotros” desde el último encuentro y cuanto se había vuelto idea.

Finalmente tomé la decisión de irme a vivir a Bolivia. Me cuesta explicar la necesidad que siento de volver una y otra vez a este país tan lejano y tan diferente al mío. Serán el altiplano amplio y tranquilo, la cercanía con el cielo, que me hacen sentir feliz? Será, como lo describió una amiga boliviana, la presencia de un miedo profundo, pasando a dos centimetros del precipicio en flota, como parte de la vida? Será mi pareja-idea? O el lago contaminado donde solemos ir para comer pezcaditos? Será eso lo que busco? Es posible que simplemente tenga un pulso nervioso desde mis 16 años de edad que no me deja estar tranquila. No puedo responder con certeza por qué me quiero ir ni qué es lo que busco exactamente. Lo único que tengo relativamente claro es que la nostalgia será mi fiel compañera. Si no encuentro un lugar donde me sienta acogida, por lo menos sé que el ciberespacio siempre mantendrá una puerta abierta para mi.

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10 artículos para una nueva ley de derechos de autor http://superdemokraticos.com/es/laender/deutschland/10-punkte-fur-ein-neues-urheberrecht/ Mon, 21 May 2012 09:32:07 +0000 http://superdemokraticos.com/?p=6358 Por razones de actualidad, me senté a escribir algunos artículos para la nueva ley de derecho de propiedad intelectual, pues el que se encuentra en vigencia no parece estar funcionando muy bien. Es complicado y seguro que se me han escapado algunas cosas, por eso agradezco sugerencias.

1. ¿El artista, periodista o músico no es un „filtro“(Julia Schramm, integrante de la dirección nacional del Partido Pirata, en el minuto 2:29:31 en el Podcast de “Wir müssen reden”/ “Tenemos que hablar”)? Sino un medio comunicador. A él/ella le pertenece su producto como propiedad intelectual. Este es el primero en poder venderla o divulgarla. Mas en tanto este la haya vendido o divulgado, ya esa deja de pertenecerle en el sentido clásico. Su nombre y la fuente original deben sin embargo nombrarse en cada difusión.

2. Quien goce del producto de un artista de manera gratuita y privada, tiene derecho a hacerlo. Este acto no es ilegal.

3. Quien gane o intente ganar dinero con la divulgación del producto de un artista, debe remunerar a este proporcionalmente ante la primera divulgación. Ante un uso reiterado (clics en Youtube), se le pagará una parte proporcional al número de clics.

4. ¡Es necesario establecer un salario mínimo para el aprovechamiento del arte! Los contratos de uso que aporten menos del salario mínimo actual (nada) solo podrán cerrarse si incluyen los derechos de uso básicos, o sea, un periodista ya no vende su artículo a una editorial con todos los derechos incluidos, sino que lo vende para un uso único, y este puede vender de nuevo su artículo y publicarlo, por ejemplo en su propio blog. (A propósito, así funcionaba en LSD cuando todavía teníamos dinero)

5. Los contratos de uso sobre la totalidad de los derechos de uso deben ser remunerados de manera justa.

6. Los medios de comunicación públicos deben permitir el acceso en la red de contenidos adquiridos por medio de la compra, y esto de manera permanente y pública. O sea, estos deben producir de tal forma en que detengan los derechos por más de siete o catorce días, por ejemplo de utilizar música libre de derechos de autor para dar a conocer una banda, o mandar a componer piezas musicales para la creación de nuevos empleos, evitar el uso de fotografías costosas y en vez de eso mandar a hacer los dibujos, es decir: una creación creativa de los contenidos que puedan ser utilizados perdurablemente, en el mejor de los casos con la ayuda de “autores” a quienes se les pagaría de manera única y justa.

7. El artista mismo debe decidir la manera como estará permitido modificar, distribuir, utilizar, y copiar su obra, y no los contratos sobre la propiedad intelectual o abogados especialistas en el área. (Según mi experiencia, actualmente es simplemente imposible modificar contratos estándar. Solo es posible poner en venta el derecho del goce sobre la obra, para no perder el derecho sobre los textos, que igual son eliminados de inmediato si no son un éxito total)

8. El creación de enlaces hacia las obras no es una violación a la ley de derechos de autor.

9. La ley de derechos de autor nacional y la internacional son la misma. La red es un mercado internacional.

10. Las copias idénticas no serán consideradas como obras artísticas.

Traducción: Adriana Redondo, In-Kult

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Comentarios al margen de un texo de internet http://superdemokraticos.com/es/themen/deutschland-themen/randglossen-zu-einem-text-aus-dem-internet/ http://superdemokraticos.com/es/themen/deutschland-themen/randglossen-zu-einem-text-aus-dem-internet/#comments Sat, 12 May 2012 09:01:13 +0000 http://superdemokraticos.com/?p=6382 Propósito:

En la tierra donde pasé la Infancia y Juventud, sólo contaba para el Estado como Artista, aquel que fuera iniciado por otros Artistas en una Asociación de Artistas, según el Género la Rama. El Partido controlaba con todos los ojos de Argos que nadie simplemente se enredara. Los Extraviados, es decir aquellos que pretendían ser Artistas por Idea propia, eran mantenidos por afuera, pues de lo contrario estropearían la Pureza de la Unión. Pero se les asignaban lugares de trabajo por fuera del arte, en las minas o la industria del acero, y si los abandonaban se les asignaban establecimientos custodiados. Así todos se las arreglaban en esta tierra. Libertad, bueno, la Libertad era algo que ya se habia superado (burgés), es decir se desarrollaba sólo en la Sumisión. Con miras a la Necesidad, se llamaba eso. Y el Arte estaba al servicio de esa Visión. Pero esta tierra es historia.

Nosotros-somos-los-autores

El Texto sobre el que esto se refiere, se pronuncia con respecto a una Cosa que desde hace Semanas calienta los Ánimos. Se sube la Marea porque el Partido Pirata anuncia que quiere levantar los derechos de autor. Ahora todos los que se consideran autores aprietan los muslos, como antes los hombres frente al movimiento feminista en formación. Pues los hombres sintieron miedo, sería castrados, porque las mujeres reclamaban derechos que tenían desde hace mucho.

Compartir significa perder. Tuve que pensar en eso cuando recientemente Sven Regener (cantante del banda Element of Crime) se puso agresivo, y se distanció de los Músicos callejeros, quienes evidentemente no están protegidos por los Derechos de Autor, los que lo ayudan a mantener un humilde Bienestar. ¿También cómo? Los Músicos callejeros no son autores y casi no tienen derechos, porque se dedican a la tradición. Contrario a Regener quien debe ser reconocido como inventor del pop, su ritmo y su armonía, y como creador de la melancolía.

Como tal, firma con una gran Casa Discográfica un Contrato, que al final lo que tiene como Meta es que nadie usurpe las Invenciones de Regeners sin preguntar. Los jóvenes, quienes ya de modo conocido se arman un Acceso a la Música de actualidad sin pagar por ella, no deberían de ningún modo tenerla tan fácil.

Algunos de éstos jóvenes incluso tocan Guitarra.

El Texto sobre el que esto se refiere, comienza a continuación con Arrogancia:

Nosotros somos los autores!

Signos de Proclamación. También la Página de Internet se llama: www.wir-sind-die-urheber.de.

Uno no afirma ser el Autor de los Textos publicados en esta Página, sino que uno hace uso de sus Derechos de Autoría así sin más, uno afirma ser el Motor inmóvil, y a partir de allí se deriva el Derecho de cobrar también por todos los otros Movimientos, también los de los otros. Y como uno mismo no puede controlar todos los Movimientos, le entrega de nuevo este derecho a una Industria que supuestamente abriga todo lo autoriado y lo lleva al Mercado.

Quien piensa distinto al autonombrado Autor, no sería dentro de ésta Lógica un Autor, su Obra no es una Obra y sus Pensamientos se salen de cualquier Marco de Protección. Bueno, hay Leyes y allí se establece quién cuenta como Autor y quién no. Pero estas Leyes provienen de un Época en la que el Internet no se podía ni imaginar y las Copias se realizaban en su mayoría análogamente. Además provienen de una Idea romántica del Autor genio solitario, que crea todo desde sus Entrañas. Palabras como Socialización y Discurso le son desconocidas. Apropósito notaba ya Novalis que todo Arte es Traducción y allí no quisiera ni yo ir.

Que aquí no se trata del derecho moral de nombrarse Autor es claro para todos. Autor no es un concepto protegido. Se trata mucho más de un proceso jurídico de apropiación. De los Derechos de Autor nace el Poder de Disposición de una Obra, traiga Frutos o no. Pero exactamente ahí está es Quid del Asunto. Pues lo único enajenable es la Funda en la que se imprime la Propiedad o lo que sea que sirva para atarla. Entonces ya el pensamiento en sí, de lo que es la Autoría, se impone a sí mismo en un segundo plano.

Contra el robo de la propiedad intelectual

!Contra el Robo! !Que si! Todos estamos en contra de eso, ¿no? No queremos que a la Señora de edad de la Esquina le arranquen el Bolso, sin importar si dentro de este tiene un manuscrito o una pintura al óleo. Ok, la propiedad privada es sagrada, pero ¿qué conforma la propiedad intelectual? ¿pensamientos? ¿palabras? ¿grupos de palabras?

Con preocupación y falta de comprensión, nosotros los autores y artistas observamos los ataques públicos contra los derechos de autor. Los derechos de autor son un logro histórico de la libertad ciudadana contra la dependencia feudal, esta garantiza la base material para la creación intelectual individual

Aquí la cosa se pone cruda. Los derechos del autor regula hasta ahora la entrega de una libertad civil a cambio de dinero. Primero que todo, esto no garantiza en absoluto na´. Sobre todo porque el hecho de haber creado una obra aún no dice na´ de su comerciabilidad. Van Gogh no vendió ni un solo cuadro en el transcurso de su vida. Gerhard Richter califica de absurdos los precios que obtiene por sus cuadros. Hay autores que arman sus novelas con base en la tradición, y ganan así millones. Hay autores que realizan maravillas con el lenguaje para que la fuente de la tradición no se agote, y no ganan na´, pues su trabajo no dio con las medidas de un público receptivo. Darle largas a estos experimentadores a un futuro incierto, me parece cínico. Ellos también quieren vivir, ellos también tienen necesidades.

El supuesto choque de intereses en este contexto entre autores y “usuarios”, transmite una imagen desacertada de nuestra realidad laboral. En una sociedad en la que domina la división del trabajo, los artistas dejan la comercialización de sus obras en manos de las editoriales, galerías, productores o sociedades de consumo, si estos representan y defienden sus intereses lo mejor posible.

Si estos llegan a representar sus intereses. Las editoriales no son representantes de los intereses de los autores, estos toman en cuenta los intereses de los autores solo si estos corresponden a los intereses de las editoriales. En los contratos estándar aparece que los ingresos de los usos secundarios (derechos sobre películas, etc.) deberán ser divididos en igual parte entre el autor y la editorial. ¿Por qué? ¿Qué ha hecho la editorial para merecer ser partícipe?, y ¿por qué de la mitad?. Los contratos estándar en Alemania generan un conflicto entre autores y usuarios, y no con la libertad civil, la cual es sin duda conductora de este conflicto. Los derechos de autor son entonces la expresión del equilibrio de los intereses y los contratos estándar, un logro sindical.

Las nuevas realidades de la digitalización y de la Internet no son razones para justificar la usurpación profana de la propiedad intelectual, o para promover su legalización. Por el contrario: la protección a los derechos de autor debería ser fortalecida para adaptarla a la actual realidad, en la cual el acceso a los productos del trabajo intelectual son tan veloces y masivos.

El punto es adaptar la ley a la nueva realidad y no criminalizar a las personas, en su mayoría a los jóvenes, que hacen uso de las nuevas tecnologías. Sobre todo porque estos siempre por suerte encontrarán caminos para evadir la ley y la protección contra copia.

Los derechos de autor permiten que nosotros los artistas y escritores podamos vivir de nuestro trabajo, y nos protege de consorcios en internet activos globalmente, cuyo modelo de negocios admite la privación de derechos a artistas y escritores. La presencia constante y el uso de Internet en la vida diaria no puede ser justificación para un robo y tampoco es una disculpa ante la codicia o la avaricia.

Mejor dejo la codicia y la avaricia por fuera, pues no me parecen conceptos aplicables esta discusión. En mi círculo de conocidos hay muchísimos artistas que no logran vivir de su trabajo. Circunstancia desafortunada que comparten con peluqueras y otros con empleos precarios. Una solución a esto sería establecer un ingreso mínimo que asegure el sustento*. Esto le daría una vida a los inventores que hacen malabares para ganarse el sustento. Después, ya con este trasfondo, se puede empezar a discutir de nuevo el tema de los derechos de autor.

Traducción: Adriana Redondo, In-Kult

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Por qué no estoy en Facebook http://superdemokraticos.com/es/laender/mexiko/warum-ich-nicht-auf-facebook-bin/ http://superdemokraticos.com/es/laender/mexiko/warum-ich-nicht-auf-facebook-bin/#comments Thu, 01 Dec 2011 17:09:44 +0000 http://superdemokraticos.com/?p=6049 No tengo perfil en Facebook. Y no es que me niegue a tenerlo por principio o porque yo sea un militante de la discreción. Al contrario: me encanta el chisme. De hecho, una amiga, María Rivera, poeta y activa polemista en las redes sociales, me habla todas las tardes para comentarme las novedades del día en Facebook: las discusiones, las peleas y las indiscreciones diarias de los conocidos que tenemos en común: escritores líosos como nosotros. Digamos que aunque no tengo perfil en Facebook tengo acceso a Facebook aunque sea por una vía indirecta y a través de una tecnología más rudimentaria.

A propósito de tecnología rudimentaria, a otro amigo, el poeta Daniel Saldaña París, se le ocurrió la idea absurdamente divertida de organizar algo que él ha denominado con el nombre de “Faxbook”: una suerte de imitación voluntariamente retrógrada y fallida de Facebook. Se trataría de sesiones en las que en vez de computadoras un grupo de amigos utilizásemos faxes para transmitirnos nuestras actualizaciones, chismes, comentarios. Una suerte de performance antiecológico donde en cada sesión se malgastara el papel equivalente a unos cuantos árboles. No sé por qué no tengo perfil en Facebook pero lo que sí sé es que no dudaría un momento en inscribirme en Faxbook en caso de que existiese.

No sé, tal vez no tengo un perfil en Facebook porque me tardé demasiado y ahora que todo el mundo tiene uno me parece mucho más interesante no tenerlo. O tal vez porque me da horror la sola idea de facilitar el contacto con personas que he dejado atrás. No tengo el menor interés de ser localizable por mis ex compañeritos del kínder. No quiero saber si se casaron, si tienen hijos, si abrieron una tienda de pelucas o un consultorio dental, ni ver las fotos de sus vacaciones en Turquía: esas versiones abreviadas y felices de la vida aptas para todo público. Claro que sé que uno puede rechazar las invitaciones, pero me conozco y sé que me cuesta decir no.

No tengo perfil en Facebook y no porque considere que se trata de la más genial red de espionaje donde cada miembro se convierte voluntariamente en el informante y delator de sí mismo, sino por indecisión. Porque también he de decir que a veces siento que me estoy perdiendo algo, sobre todo cuando mi amiga me lee alguna discusión en la que me hubiera gustado participar. Es curioso: algunos escritores mexicanos, tan políticos y cordiales en persona, en Facebook dejan ver su faceta de polemistas feroces: dicen lo que no dirían, por ejemplo, en una mesa de debates frente al público. Supongo que es porque hay cierto aire de intimidad: las opiniones sobre política o literatura se alternan con las fotos de familiares y mascotas. Y además esa idea de que se habla entre “amigos”. Aunque a muchos ni se le conozca y hasta se tenga la sospecha de que se trata de enemigos encubiertos bajo identidades falsas. Lo cierto es que, al menos en el caso de los escritores mexicanos, Facebook se ha convertido en un foro de debates donde se dicen cosas que no se dicen en otra parte. Claro que no pocas veces el debate intelectual termina derrapando en descalificaciones personales tal vez propiciadas por esa mismo aire de intimidad. Y, así, se alternan argumentos con links a canciones imposibles, insultos y felicitaciones de cumpleaños. O al menos eso me han contado. Una mezcla que me resulta fascinante. A veces. Porque también me han contado que cierto poetastro detestable me insultó hace un par de semanas en su muro. Claro que, como no estoy Facebook no pude defenderme… Entonces, ¿por qué no estoy en Facebook?

No sé. Supongo que tarde o temprano terminaré abriendo un perfil. Sí, ya me veo poniendo “me gusta” junto con cien personas más debajo de la foto de la nueva casa de la prima de la tía del profesor de alfarería con el que dejé de tomar clases hace más de veinte años.

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Amigos de Myspace http://superdemokraticos.com/es/themen/neue-welt-im-netz/myspacefreunde/ http://superdemokraticos.com/es/themen/neue-welt-im-netz/myspacefreunde/#comments Sun, 27 Nov 2011 07:09:08 +0000 http://superdemokraticos.com/?p=5620

(c) Ulla Loge

Llorarán mis amigos de Myspace si mi tamagotchi se muere?

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One click http://superdemokraticos.com/es/laender/venezuela/ein-klick/ Fri, 25 Nov 2011 06:58:12 +0000 http://superdemokraticos.com/?p=5884 Son las 8:30 de la noche. Me siento frente a la computadora, abro el editor de texto y enciendo un cigarrillo para pensar acerca de la naturaleza de las redes sociales, su funcionalidad y el potencial democratizador de Internet. Me aterra ser reiterativo en un tema que, a mi juicio, ha sido manoseado hasta la saciedad. Antes, hago clic en el ícono de Spotify con la intención de encontrar una banda sonora que lubrique mis disertaciones. Me agobia seleccionar un tema; la oferta disponible es infinita. Una ráfaga de lucidez trae a mi memoria a Paolo Conte, un híbrido de Tom Waits y Ennio Morricone. Está disponible. Sparring Partner es la pieza que busco. Me gusta para empezar; me sume en una melancolía dulzona que propicia reflexiones acerca de cualquier cosa. ¡Uf!, aparece en la lista pero no está disponible. ¡Qué putada! Insisto y en el campo de búsqueda introduzco el nombre de la canción, no del autor. La encuentro, pero el intérprete no es Conte. Se trata de Carla & The Real Lowdown. Aprieto play. No hay duda: es el mismo tema, pero en inglés. Dejo el tema sonando, me voy al navegador y googleo el nombre de la banda. Carla resulta ser Carla Sanabra. Canta en inglés pero su fenotipo y su apellido evidencian una hispanidad que detona mi curiosidad. Necesito más datos. Abro una pestaña y tipeo Face… y se despliega el muro de mi cuenta Facebook. El primer post dice: «Venezuela: hay que salvar a la libertad de prensa de Chávez y de los propios medios». Se trata de un artículo que escribe el periodista venezolano Boris Muñoz para un blog argentino llamado Puercoespín. Aprecio su trabajo y sin pensarlo dos veces, pulso “me gusta” y cliqueo el link. Compruebo el título y el sumario. Me desplazo rápidamente hacia abajo. Mis ojos recorren desordenadamente la pantalla, sin atrapar una sola frase. Me resigno y dejo abierta la pestaña para volver luego. Regreso a lo mío y digito «Carla Sanabra» en el campo de búsqueda. Facebook arroja varias opciones. Una de ellas es una página de artista con la única opción disponible: “me gusta”. Ya que estamos, clic. La página me informa lo que intuía: Carla tiene origen catalán. A lo lejos escucho mi lavadora enloquecida que empieza a temblar mientras centrifuga. Sigo preguntándome quién será Carla Sanabra y entro en Twitter. La pobre Carla acumula solo 68 followers. Decido seguirla. Antes de llegar a los 100, un nuevo seguidor es una caricia bendita para nuestro ego digital. Juro que el próximo viernes le regalaré un #FF. Allí consigo otro dato, su página web, que abro en otra pestaña. Se anuncia su nuevo álbum, que estará disponible en iTunes a partir de enero del año que viene y da la posibilidad al usuario de «precomprarlo». Clic. Hago un paneo general por la interface de la tienda Apple y descubro que, asociado a la discografía de Sanabra, está el soundtrack de El mercader de Venecia. Como había visto la película unos días atrás y me sorprendió el talento de Shakespeare como guionista (amores imposibles, traiciones dolorosas, avaricia, amistades incondicionales y un desenlace sorpresivo) vuelvo al navegador, clic, abro otra pestaña y me voy a Wikipedia. Digito «El mercader de Venecia». No sé exactamente lo que busco, pero me invade la certeza de un descubrimiento inminente. La extensión del artículo me decepciona. Honestamente, no tenía intenciones de leerlo en su totalidad, pero habría disfrutado la promesa de abundante información. No me conformo y hago otro clic en Michael Radford, el director de la película. Repaso su filmografía y los títulos me desmotivan. Todos, sin excepción, revelan una cursilería atroz: Pasiones de Kenia, Un plan brillante, Otro tiempo, otro lugar. Imagino que los títulos de las pelis son traducidos por la sobrina del dueño de la sala que compra los derechos de proyección. Me distraigo nuevamente y mis ojos se van hacia una pestañita abierta en el navegador hace ya muchas horas. Es un artículo de Ñ, el suplemento de literatura y arte del diario Clarín de Argentina. Hago clic y lo reviso. Se llama «Cantar con la boca llena». Leo el sumario. Tengo que leerlo completo y postearlo en mi muro. Menciona un libro de Puntocero y, en defintiva, para esto son las redes, ¿o no?

Mi prioridad, ahora, es saber si el guion de la película interpretada por Pacino le es fiel a la obra original de Shakespeare. Sigo hambriento de información y experimento otra iluminación: quizás en Amazon pueda conseguir una versión digital de El mercader… y así pueda leerla hoy mismo. Voy. Abro otra pestaña y busco la obra.

¡Carajo!, allí está y cuesta solo un euro. One click. Qué placer. Reviso el Kindle con la incredulidad estructural de quien vivió en el siglo XX, antes de Internet, antes de todo. Efectivamente, allí está el texto. Debe ser muy breve y me hace ilusión poder leerlo antes de dormir. Miro la hora en la esquina superior derecha de mi ordenador. La 1:15 a.m., dice. Quedo perplejo. Miro el reloj de la cocina. La 1:16, dice. Ya es de madrugada y no he comenzado a escribir. Reviso por última vez la hilera de pestañas en mi navegador. Son más de doce. Siento un intenso agotamiento en la zona cervical. Cierro el ordenador. Clic.

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En el escurridizo borde de la huida http://superdemokraticos.com/es/themen/neue-welt-im-netz/am-fliehenden-rand-der-flucht/ Mon, 21 Nov 2011 07:34:10 +0000 http://superdemokraticos.com/?p=5838 La red está al acecho. Registra cada movimiento. Así como cuando hay una helada y cada movimiento en contacto con el aire frío produce dolor, el Internet también cristaliza cada movimiento, lo hace visible, lo aísla, lo solidifica. Esos arcos que antes me sirvieron de cimiento, hoy tengo que protegerlos contra el Internet, así como si me llevara a mí misma sobre mi cabeza en forma de un holograma sensible al agua, mientras camino contra corrientes impetuosas. Pero aun así vivo bajo el principio de que a la corriente hay que lanzársele sin vacilar.

Nunca me hubiera imaginado que fuera técnicamente posible que hubiera corrientes en todas partes.[1]

A mi vida libre la compone la distracción. Ante cada bloqueo en una tarea hay otras que podrán ser resueltas más fácilmente. Así de posmoderna, al igual que mis células, funciono. Mi trabajo no es una línea de trabajo fijo, sino más bien es una habitación llena de osmóticas fronteras fluyentes, en las cuales flotan ARN, proteínas, etc. (instrucciones de trabajo y copias) donde yo agarro la primera que se me atraviese, que debido a su naturaleza y mi disposición me parezca atractiva. Así funciona mi cerebro, mi ingestión de alimentos y mis amistades.

Esto me atrae a personas que encuentran placer en el Internet y tienen sus modos de vivir. En la ciudad, en caminos rurales, en fiestas jardín, en discotecas, siempre estoy en la huida. De ahí no sale un estilo de vida. Siempre estoy de visita. Agradecida cuando le caigo bien a la gente. Agradecida también por las estructuras, por las obligaciones (de las que huyo con demasiada facilidad), por los ritmos. Si no hay Internet, hay un montón de trabajo que no puedo hacer. Esto facilita la orientación. Si allá afuera parece inhóspito, esto refuerza mi resolución de quedarme en una sola cosa.

Al Internet uno lo puede conocer, construir, es análogo a las estructuras del pensamiento. Puede ser una sonrisa si uno entiende su música. Es como la obra de un compositor, tiene que poderse leer, que apercibirse. La partitura en sí no es sensual. ¡Qué enorme es la nube de competencia ahora existente! Y los sistemas son aún más complejos, el Internet siempre nos lleva la delantera en todos los sentidos, como al proteo el suelo, como a la ballena el mar. En este aspecto somos competentes, pero a un final no llegaremos nunca.

Freedom is wasted on the free, canta Neil Hannon (Divine Comedy).

No formo parte del Internet, tampoco de una familia, tampoco de una universidad. Pero hacia allá me arrastra. ¡Ya no quiero producir resultados! Desearía que se me integrara en un proceso de trabajo. En uno que no me haya inventado yo misma. ¿No significa eso simplemente que no sé manejar la libertad de mi libertad laboral? O sea, que también tiene otros componentes. Necesita la ficción de los resultados, de las hazañas, necesita la creencia inocente de poder acabar algún día y una teoría de la perfección excepcionalmente robusta para no volverse loco trabajando como autónomo. O uno mismo crea un puesto de trabajo en el que se entabla amistad con colegas que también revolotean libremente. Que estos sean también competencia, sería en una oficina exactamente el caso. Ese no es el problema. Las relaciones ambiguas son la regla. Y entonces se va formando poco a poco una orientación común, se elabora una actitud racional hacia el propio trabajo y su relación con las personas tan diversas con las que se tiene contacto, sin caer en la locura condicionada por el aislamiento. En este aspecto la libertad podría convertirse en el suelo de lo que de paraíso se puede construir con medios humanos. En el fondo, el aislamiento es fácil de aplacar en la libertad.

El problema de la libertad es el deseo. El deseo ya de por sí nunca es libre. Éste conoce los recovecos más enredados del alma, ahí donde echa raíces cuando todo se ha vuelto una pista de skate del deleite. Para reconocer un deseo hay que reconocer las limitaciones de la propia libertad. A falta de limitaciones en la libertad exterior contra la que normalmente el deseo reúne fuerzas, éste es difícil de detectar y chispea de un lado al otro inalcanzable. La posibilidad del Internet de ir siempre a otra parte, aparece como una derogación del sufrimiento. Uno sufre como mucho por torpe, porque tenía un resfriado o empatía. Quien conoce sus deseos y en ellos confía, actúa sabiamente tanto en el mundo como en el Internet, así como aquel que tiene y cumple un vigoroso programa. Sólo quien evita el sufrimiento llega a conocer esa extraña situación que es la abstinencia del sufrimiento, la cual es también una abstinencia de la felicidad. Para una eterna niña como yo que quiere lo que ve y olvida lo que no ve, el Internet tiene un efecto tan fatalmente protector como un corral para niños: Se puede ir casi a todas partes, pero no se está nunca en el lugar indicado. Y eso que a uno le interesa de verdad,  lo sé muy bien, se encuentra en otra parte.


[1] Tampoco lo es.

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Los hijos de la red http://superdemokraticos.com/es/laender/bolivien/die-kinder-des-netzes/ http://superdemokraticos.com/es/laender/bolivien/die-kinder-des-netzes/#comments Thu, 17 Nov 2011 08:01:54 +0000 http://superdemokraticos.com/?p=5828

Los caminos de la vida no son los que yo esperaba
no son como yo quería…
Vallenato

Por la calle 73 de Bogotá transita un bus que se dirige a San Blas y Germania. Cuando lo vi no pude más que reírme, porque supongo que sin saberlo yo misma tomé ese bus hace muchos años. En otra ciudad, con un ex novio que se llamaba Blas y con el que terminamos en Potsdam, Alemania. En julio de 2012 conmemoro 15 años de ese primer viaje, desde entonces he cruzado muchas veces el Atlántico.

Prácticamente toda mi familia vive todavía en los Andes y sus estribaciones, repartida entre la capital de mi país: La Paz y Tarija, el valle del sur, cercano a la frontera con la Argentina del que en realidad venimos todos. La cuna de los Galarza, el lugar que todos los de mi clan llevamos en el imaginario sentimental, aunque quizá nunca hayamos vivido ahí. Es lo que les ocurre a mis sobrinos, por ejemplo, los dos niños que crecen risueños en Londres. Los chapaquitos ingleses que yo quiero tanto.

No puedo imaginarme el tiempo en el que el contacto se realizaba a lomo de mula, con cartas que tardaban siglos en llegar, si llegaban algún día. Sé por amigos que hasta principios de los años 80 ni si quiera el teléfono era un método seguro para mantener el contacto con la familia. Las telecomunicaciones eran precarias, de fondo se escuchaban los sonidos del mundo y las voces de los que en realidad queríamos oír, tenían que desgañitarse para poder resaltar en medio del coro, de la interferencia, del ruido incesante.

Yo en cambio, he tenido la grandísima suerte de crecer en el mundo abierto del internet y mi extranjería se hace llevadera, porque puedo tomar café con mi madre en un conference call, verla y oírla, fumar un cigarrillo con ella, varias veces a la semana. Porque puedo ver crecer a mis sobrinos y cenar con mi hermana tomando una copa de vino, siempre que queremos. No puedo tocarlos, pero de todas formas soy parte de sus vidas. Soy la cabeza en el ordenador que intenta hacerles reír desde lejos y la pequeña, que es la niña de mis ojos, reconoce en el ruido característico de Windows cuando se inicia el ordenador, a su tía o a su abuela y no tiene reparos en prodigar efusivas muestras de amor a una pantalla plana.

Este mes nuestro tema ha sido El Nuevo Mundo: amor, trabajo, libertad, pienso que son los extranjeros en todas partes, sin importar su lugar de origen, los que más tienen que decir al respecto. Nunca olvidaré la cara de sorpresa de mi compañero de piso, cuando tuvo que saludar a mi madre una tarde, hace un par de meses. Él, que no está acostumbrado a que sus padres puedan venir de visita cuando quieran, porque viven en Bilefeld y no están sociabilizados con los nuevos medios, saltando en la silla de la cocina para ocultara su pijama. Él que no está acostumbrado a que la computadora sea una parte tan esencial de su vida social, terminó comprendiendo de donde viene mi independencia. Por qué no necesito ver a nadie en realidad, pues vivo comunicando con mis parientes, amigos y compañeros de trabajo, estén donde estén.

Yo no estoy condicionada por un espacio físico, la mayor parte del tiempo ni si quiera por un idioma. Fluyo entre la realidad virtual y la analógica, entre lo que pasa en Bolivia y lo que sucede en Alemania y a mi manera, sigo siendo un miembro activo de ambas sociedades y como yo, más de tres millones de bolivianos repartidos por el mundo. Un cuarto de los ciudadanos de mi país viven entre Buenos Aires, Virginia y Madrid. Las remesas que envían son la tercera fuente de ingresos de mi país. Nuestros extranjeros y sus modestas vidas son más efectivos para la economía que la ayuda al desarrollo, mucho más y nuestros hijos construyen nuevas identidades. Pertenencias afectivas que a lo mejor todavía no estamos en condiciones de apreciar en toda su dimensión.

Me imagino que en algunos años las universidades de todas partes se verán en la obligación de hacer sendos estudios sociológicos, para entender a la generación que ahora mismo crece con banda ancha y con un lugar de origen ambiguo, sin un solo idioma de referencia, como verdaderos ciudadanos del mundo.

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