USA – Los Superdemokraticos http://superdemokraticos.com Mon, 03 Sep 2018 09:57:01 +0000 es-ES hourly 1 https://wordpress.org/?v=4.9.8 El ebook panamericano http://superdemokraticos.com/es/laender/argentinien/das-panamerikanische-ebook/ Tue, 29 Nov 2011 05:55:09 +0000 http://superdemokraticos.com/?p=6034 La argentina Patricia Arancibia vive desde hace mucho en Nueva York y dirige las ventas de libros internacionales de Barnes&Nobles. La cadena de librerías estadounidense le apuesta fuertemente al poder adquisitivo de los estadounidenses hispanohablantes y comenzó en noviembre de 2010 la Ebook-Shop Nook español con 24.000 títulos para la compra, pues allá el mercado es, por decirlo así, panamericano: 50 Millones US-latinos viven en los Estados Unidos, 4,8 en Puerto Rico; para el año 2050, se calcula que serán 133 Millones. La población latina estadounidense es por esto la segunda más grande después de México. 35 Millones de estadounidenses hablan español en la casa (cifras de 2008), ya en 2009, 26% de los niños menores de 5 años en Estados Unidos eran hispanoparlantes. “Nosotros nos reproducimos rápido”, afirma la manager, quien arroja cifras a diestra y siniestra, y ella enfatiza: los latinos estadounidenses no son recelosos a la tecnología: ya más de la mitad tienen un Laptop y utilizan Wi-Fi.

En la corta entrevista le recomienda a los alemanes, cómo pueden aumentar su participación en el mercado, que hasta ahora está por debajo del 1 por ciento: La gran ventaja del mercado del libro alemán es la gran oferta de libros ya digitalizados, sólo hay que fortalecer la comercialización de los dispositivos de lectura. Los alemanes son por suerte ya buenos lectores.

[youtube]http://www.youtube.com/watch?v=MC10HYAZE7c[/youtube]

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Diáspora negra http://superdemokraticos.com/es/laender/usa/schwarze-diaspora/ http://superdemokraticos.com/es/laender/usa/schwarze-diaspora/#comments Wed, 27 Jul 2011 06:48:18 +0000 http://superdemokraticos.com/?p=4308 Estoy sentada en un café. El sol brilla, y en lo primero en lo que clavo la mirada es en las enormes palmeras y en sus palmas al vaivén del viento, y después en Angela Davis que se acerca con una manta de yoga en la espalda,
me sonríe y me pregunta cómo estoy. Nos habíamos conocido hace poco en un
evento. En los tres cortos meses que llevo viviendo en California he tenido encuentros de los me habrían mantenido en pie por años en Alemania. A veces hubiera deseado haber crecido aquí y no haber tenido que crear en esa Alemania rodeada de la incesante hermética identidad blanca, mi identidad de mujer negra. Ser negro es una autodefinición política cuyo adjetivo tiende a escribirse en mayúscula*. No me habría tocado ocuparme, desde mi muy temprana niñez, de cosas como de que lo primero que alguien ve en mí es la representación de un grupo y muchísimo después a la persona. Ocuparme también de que la persona afro-alemana como yo no esté presente en el discurso medial, y si se le menciona, sea sólo en sus clichés. De que se nos llame cosas que no son dignas de que se les llame seres humanos.

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Aquí no tengo que estar definiéndome constantemente, ni tengo que dar explicaciones. Y exactamente porque la identidad de negra es algo tan presente que mi identidad de negra deja de ser decisiva. De repente ya nadie hace preguntas cuando digo que soy alemana (¿Pero de dónde eres en verdad? ¿Cuál es tu origen? ¿Pero tus padres?…) En mis 30 años de vida no puedo recordar ni siquiera una situación en la que en Alemania esta frase haya sido aceptada sin ser cuestionada. Ser negro y ser alemán son hechos que se descartan mutuamente.

Algunas veces me hace hasta falta. Pero luego recuerdo otra vez lo que es ser un extraño en la propia tierra. Recuerdo que los sobrentendidos a los que ya me acostumbré completamente en mi nueva patria, son allá inexistentes. También recuerdo que en Alemania no me encuentro casualmente con mis héroes y con personas que me sirven de inspiración como Alice Walker, Chuck D y Danny Glover, sino que en cambio tengo que invertir mucho tiempo, energía y planificación para tener presente para mí misma (y para los demás) lo diversos y admirables que somos la personas of color. Y mientras que nosotros nos resistimos a que en Hamburgo y en el resto de Alemania se sigan nombrando calles y barrios en honor a colonialistas, yo vivo aquí entre edificios, autopistas y plazas con nombres de miembros de la resistencia y políticos negros. Aquí me puedo unir a los más diversos grupos y organizaciones negros, sin tener que ser yo quien los funde. Aquí puedo simplemente participar.

Puedo entrar a Marcus Books, la librería afroamericana independiente más antigua de los Estados Unidos, y sumergirme entre las obras completas de la literatura de la diáspora africana. La diáspora africana tiene hasta su propio museo. Todo esto me alegra muchísimo. En mí ahora muchas cosas se han tranquilizado. Claro que sé que también aquí, detrás de todo esto de lo que puedo disfrutar ahora, se encuentran luchas y víctimas dolorosas. Luchas que aún no han terminado. En ese aspecto mi estancia aquí es como si me hubiera sentado en una máquina del tiempo, como si hubiera visto un preview de lo posible. Todo esto- y al mismo tiempo algo muy propio- podemos tener nosotros también en Alemania si nos seguimos organizando como People of Color y no nos conformamos con el status quo.

Al finalizar su estadía en mi universidad, un catedrático afroamericano invitado estaba tan escandalizado por lo que escuchó de sus colegas y lo que vivió en Hamburgo que éste intentó convencer a todos los estudiantes negros de mi facultad de irse a los Estados Unidos. Mi opinión era que largarse no era la solución, sino que había que quedarse y cambiar algo, que uno no podía abandonarlo todo ni a todos. Ante esto decía: “La cuestión es qué tanto puede aguantar uno mismo.”

En aquella época esto era, para mi joven corazón de activista, algo difícil de
aceptar. Para mí era como un acto de alta traición a aquello a lo que le dedicaba mi vida. Pero mi profesor tenía razón, uno debe cuidar de uno mismo, reunir fuerzas una que otra vez. De esta manera trato entonces, ya sea desde la distancia, de compartir un par de cosas del futuro con aquellos que en Alemania mantienen esa posición:

youtube http://www.youtube.com/watch?v=94W1JjvWOSk

*En alemán se puede convertir sustantivos en adjetivos escribiéndolos en mayúscula como nombres propios.

Traducido por: Adriana Redondo

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¿Democracia = Demokratie? http://superdemokraticos.com/es/themen/burger/democracia-demokratie/ Tue, 05 Oct 2010 07:00:10 +0000 http://superdemokraticos.com/?p=2331 Hace varios meses que estamos escribiendo en este Blog que lleva el nombre „Los Superdemokraticos“. Pero: hablamos de lo mismo los alemanes y los latinoamericanos cuando hablamos de democracia? Si ni siquiera para un colombiano y un argentino el término „democracia“ despierta las mismas asociaciones: „La vuelta a la democracia“ – un hito alivianador para los Argentinos. „La seguridad democrática“ – un concepto de mano dura en Colombia, originado por el gobierno del ex-presidente Alvaro Uribe.

Lo mejor es preguntar a alguien quien sabe. Por ejemplo a Roberto Gargarella. Es abogado y sociólogo, master en ciencias políticas, trabajando aspectos de constitucionalismo y del funcionamiento de los sistemas democráticos. Es profesor de la Universidad Di Tella en Buenos Aires, fue profesor visitante en España, Noruega y Hungria y pronto viajará a Hamburgo para participar en un seminario del GIGA Institut, disertando sobre temas de cambios constitucionales en América Latina.

¿Hablamos de lo mismo los argentinos y los alemanes cuando hablamos de democracia?

Es muy habitual que estemos hablando de distintas cosas cuando empezamos a definir un termino. Es como cuando uno dice „soy de izquierda“, „soy de derecha“, „soy liberal“. Entendemos cosas diferentes. En Argentina en general el liberalismo aparece asociado a ideologias de derecha, incluso a la última dictadura, mientras tanto, el liberalismo en Estados Unidos refiere al progresismo, a la izquierda.

¿Cuál es el rol del presidente en los dos países?

En Argentina tenemos un sistema presidencialista que se transformó en hiperpresidencialista. Las constituciones latinoaméricanas, basadas en una mayoría de casos en el modelo norteamericano, otorgaron al presidente más poderes, en terminos relativos, que los que se le otorgaban en la propia constitución de los Estados Unidos. Un presidente argentino tiene el poder de intervención federal, de declarar el Estado de Sitio y, a través del mismo, de limitar derechos y garantias o de nombrar y remover discrecionalmente a sus ministros. Eso son poderes que un presidente en sistemas parlamentarios no tiene.

Por ello mismo, hay una atención muy focalizada en la figura del presidente, es el que decide. Yo critico al sistema del hiperpresidencialismo porque genera un enorme riesgo, que es la distorsión de la división y del equilibrio de poderes: el sistema de frenos y contrapesos, de equilibrios, tiende a terminar entonces desequilibrado por un ejecutivo muy fuerte.

Los índices dicen que la democracia estaría funcionando mejor en Alemania que en Argentina.

Si definimos a la democracia como un sistema de pesos y contrapesos, libertad de expresión, votaciones regulares, el sistema en Argentina aparece con muchos defectos en comparación con un modelo como el alemán.

Si uno piensa una noción más exigente de democracia, relacionada con la capacidad de control que tienen los ciudadanos sobre sus representantes, en este caso tanto el modelo argentino como el alemán funcionan mal. Me interesa mirar la democracia de este modo, no de un modo complaciente.

En ese punto hay una ventaja en Argentina, hay una gran participación ciudadana en la política cotidiana. La gente se interesa en la política, actúa políticamente, sale a la calle, protesta, se moviliza. Es más común que en los países de Europa. Para mi es uno de los rasgos más interesantes que tiene la política latinoaméricana: que las ciudadanias se movilizan e intentan tomar control de los asuntos públicos con sus propias manos.

No obstante, en Argentina el voto es obligatorio.

No veo eso como un problema sino como una virtud de nuestro sistema. Hay un riesgo en el voto voluntario. Que la gente no vaya a votar porque dice “mi voto no importa mucho, que hace un voto entre 50 millones”. Es un pequeño empujoncito de parte del estado. Se dice que hay una multa pero ni siquiera se cobra la multa. Es un incentivo importante, dado lo crucial que esta en juego: ¿Cómo vamos a definir la organización política de los proximos años?

¿La confianza en las instituciónes está muy baja. Que opina Usted sobre el funcionamiento de las instituciones?

Hay una tradición de golpes de estado, pero los militares ya no tienen tanta influencia en política. Yo me preocuparía en Argentina, y en otros países, por el lugar que tiene la policía. La policía sigue siendo corrupta. Hay delitos en los cuales la policía está involucrada. La justicia ha mejorado. Hubo una tradición en Argentina en que cada gobierno se las arreglaba para conseguir una mayoría propia dentro de la Corte Suprema. Eso hizo que los tribunales variaran en calidad de sus miembros, y que la jurispurdencia cambiara frecuentemente. Tuvimos cortes liberales, conservadores, corruptas, y en este momento es una corte respetable, bien formada academicamente, independiente.

¿Cuánta influencia tiene el llamado „quinto poder“?

Hay empresarios muy influyentes, esto es un gran déficit para la democracia en Alemania como en Argentina. En Argentina además hay una situación de desigualdad económica que hace que los poderosos sean más poderosos todavía. El país ha sido muy igualitario hasta los años 70/80. La llegada de la última dictadura terminó de quebrar una estructrura. Esa situación de desigualdad está lejos de ser solucionada.

¿La prensa es libre?

En Argentina no hay persecución de periodistas, hay medios opositores, no hay censura directa. Hay situaciones de censura indirecta, sobre todo relacionadas con el modo en que el gobierno usa la publicidad oficial, son enormes sumas de dinero que se distribuyen de modo más o menos discrecional. Después hay otro problema que existe en todos los países desiguales: hay voces que no se escuchan porque no tienen la suficiente fuerza o el dinero para llegar a la escena pública. Eso también puede pasar en Alemania, por ejemplo, habría que ver si algunos grupos de inmigrantes tienen déficits de llegar a la escena pública y se quedan sin influencia en la dirección de la discusión pública.

¿Cómo se explica la gran apatía en algunos países?

La mayor apatía en los países europeos tiene que ver con que la mayoria de la gente percibe con razón que los que están por tomar decisiones están muy influidos por los lobbys. Los grandes grupos económicos tienen mucha más facilidad de llegar sobre el poder que la propia ciudadania, la influencia de los lobbys es mayor que la influencia de cientos de miles de ciudadanos. Son sistemas que están preparados para mantener las puertas cerradas cuando la gente presiona, pero en cambio son muy sensibles a las presiones de grupos de poder, de lobbyistas.

Traducción Karen Naundorf

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Leo para que me importen las cosas http://superdemokraticos.com/es/themen/globalisierung/ich-lese-damit-mir-die-dinge-von-bedeutung-sind/ http://superdemokraticos.com/es/themen/globalisierung/ich-lese-damit-mir-die-dinge-von-bedeutung-sind/#comments Wed, 29 Sep 2010 07:00:34 +0000 http://superdemokraticos.com/?p=2278 Hay días en que todo me me parece aplastante e inútil y sólo me importa el café, la comida, el abrigo, ver el tren que pasa a lo lejos sin pensar quién transita, quién habita, quién sufre o sonríe por las ventanillas. Cedo a la tentación de que no me importe nada, levantar los hombros, pensar en lo ridículo. En esos días no escribo, sino que leo a David Foster Wallace.

DFW, como lo llamamos entre mis amigos en correos llenos de referencias y anotaciones, se provocó la muerte en Septiembre del 2008. Un mes después se suicidó exactamente de la misma forma un compañero de mi infancia. Recuerdo ir leyendo el artículo largo, duro y obligatorio en la Rolling Stone, llorando en un vuelo de ida, y destruida por la muerte de una parte de mi vida, en el camino de vuelta. A pesar de mi paralizante miedo a volar, esos han sido de los vuelos más tranquilos, porque se me hacía evidente que había muchas cosas peores que la caída libre desde treinta mil pies de altura.

Quizás por eso mi relación con DFW siempre tendrá ese lado triste, oscuro y depresivo, adicto y desesperado. Los salones mal iluminados donde los alcohólicos repetimos afirmaciones chuecas, los paranoicos solitarios que viven con todas las ventanas cerradas, las formas brutales en las que nos autodestruimos. Pero no sólo para mi, sino para varias personas que conozco, sus ensayos y sus novelas han sido brillantes fuentes de inspiración, un mapa de ruta para comprender la experiencia Norteamericana y sobre todo, un recordatorio de por qué nos deben importar las cosas.

En el 2009 leí Infinite Jest, un tomo hipertrófico que arrastré con energías por las calles de Ámsterdam y que leí como sustituto a interactuar con la gente. Una turista que con su acto incómodo de leer un libro tan gordo está diciendo, querido Ámsterdam, me gustan tus cafés, pero me interesa más lo que pasa en una academia de tenis imaginaria en la costa Este de los Estados Unidos. Amé cada una de las 1079 páginas, cada tortuosa nota al pie, cada referencia oscura, cada diagrama geométrico incomprensible. Un espejo de cada persona con la que no hablé.

No me sentí mal. En esa entrevista , la del avión, había aprendido que ser tímido básicamente significa ser tan “self-absorbed”, tan absorbido en tus propios intereses y pensamientos, que se te hace difícil estar con otra gente.

David Foster Wallace me ha lo ha enseñado todo con su didáctica atolondrada, su capacidad para ilustrar detalladamente cosas que uno preferiría no saber. Uno de sus textos más citados es su discurso a la clase del 2005 en Kenyon College, el único texto que le recomiendo a los que no se quieren meter en problemas. DFW dijo en ese discurso que el tipo de libertad que de verdad importa es el que toma atención, conciencia, disciplina, esfuerzo, y ser capaz de cuidar y querer a otra gente y de sacrificarse por ellos una y otra vez, en una variedad de formas triviales, pequeñas y poco sexys, todos los días.

También me enseñó que la ironía y el cinismo postmodernos no son necesariamente buena política al escribir ni al hablar ni en nada. Que se han vuelto un fin en si mismos, una forma de ser un escritor cool y muy listo. Que hace tiempo la ironía y el cinismo pudieron ser formas de denunciar las cosas que no eran lo que parecían, los modelos de la sociedad de los 50s y los 60s. Pero qué hacemos después de denunciar, de abrir las cosas por la mitad y mostrar sus verdaderos contenidos?

Escribir sin cinismo es algo que me toma trabajo todos los días, como planchar la camisa del uniforme de la escuela, como lavarse bien los dientes de atrás. El ejercicio de escribir para Los Superdemokráticos ha sido parte de ese esfuerzo metodológico, de ejercitar la sinceridad aunque nos deje desnudos, solos, y sinceramente tratando de cambiar las cosas.

Guardaré estos artículos para leerme a ver cómo era yo en esta época de misterios. Por ahora no me siento particularmente ciudadana de ninguna parte, particularmente involucrada con ninguna causa, ni particularmente yo misma. Ando a ciegas y no estoy sola, somos muchos los que andamos tanteando el piso, buscando las huellas que nos trajeron hasta donde estamos. Desafortunadamente se me esté acabando la fuente finita de material que alguna vez escribió David Foster Wallace, o que alguien más escribió sobre él. Quizás cuando lo termine de leer habré encontrado mi justo lugar en la normalidad de los días, viendo pasar el tren de lejos, pero ahora si, haciendo adiós con la mano.

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Cagey Area http://superdemokraticos.com/es/themen/globalisierung/cagey-area/ Tue, 28 Sep 2010 14:50:08 +0000 http://superdemokraticos.com/?p=2232

Las Vegas - MGM © Sabine Scho

Por el cómo sale uno del departamento donde  vive y del barrio en el que habita, uno puede hacerse una idea de la naturaleza y forma de ser, que yo comparo con los animales del jardín zoológico.

Walter Benjamin

Los zoológicos son interfaces, en los que la vida de unos con la vida de otros engendran especies. Su distribución refleja el cómo se entiende una sociedad, que redefine una y otra vez su espacio en la evolución.

Una visita al zoológico ya no exige de nosotros esa copia de un orden simbólico, como la que encarnaba la Menagerie de Luis XIV. Su constructor: Luis Le Vau ordenó las jaulas en lo que podrían llamarse balcones, que correspondiendo a la idea absolutista del poder hizo apuntar concentricamente al campo de visión del Rey Sol.

Guardar la justicia nos construye hoy más que la hegemonía construida. Nos mueve un hambre de cultura que no es positivista, buscamos antes en el paisaje reservas para nuestras ansias. Así se ha invertido la idea de zoológico: construimos artificialmente en detalle lo que destruimos en grande.

Grandes superficies abiertas substituyen a las jaulas y juntan asociaciones de vida de distintas zonas climáticas.

La idea de las superficies abiertas no es tan nueva, si uno recuerda a Carl Hagenbeck y su utopía de un zoológico sin rejas que pudo realizar en Stellingen, cerca de Hamburgo, en 1907. Hagenbeck, que empezó como vendedor de pescado en St. Pauli, que ganó su dinero como tratante de animales, que se hizo famosos con los tours en todo el mundo con sus Völkerschauen (exposiciones coloniales a principios del siglo XX que exhibían a personas provenientes de pueblos indígenas y africanos, a menudo en los zoológicos) así como con su circo y sus panoramas portátiles, entendió muy pronto en qué dirección se desarrollaría el entretenimiento del zoológico del siglo XX: Condiciones paradisíacas.

En el zoológico no existen tránsitos fluidos. Las selvas tropicales se encuentran directamente al lado del frigorífico pingüino con ambiente glacial,  puede irse desde la piscina marítima a través de una puerta doble de cristal hasta el desierto, que reproduce el cotidiano de sus habitantes y zambulle a los visitantes en la oscuridad del medio día.

El zoológico no solamente corre las fronteras entre personas y animales, normalmente también las pone entre los animales, ya que los hábitos alimenticios interfieren finalmente en la proyección del paraíso, que no debe convertirse en una arena -como en la antigua Roma-.

Las Menagerien son lugares teatrales, no menos monumentales que los teatros, las iglesias, los templos, arenas o mausoleos. Un recorrido definido, perspectivas calculadas, ángulos de visión, plataformas panorámicas, todo lo que hasta el día de hoy se contempla en la arquitectura de un Zoo.

Con la primeras Menagerien ya se practicaba lo que mucho después definiría el termino como: Globalización. Animales exóticos fueron siempre regalos traídos por visitantes para reyes y emperadores y servían para representar.

Su sentido de representación esta probado otra vez hoy en día, cuando MGM mantiene una pequeña población de su animal emblemático en la pecera de cristal del corredor de un casino, en un hotel de Las Vegas.

El zoológico sigue siendo una edificación desgarrada, sensacionalista y dividida a partes iguales. El escenario del ansia humana, intercalado en una urbanidad destinada a hacernos olvidarla, aunque sea la que lo hace posible.

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Atrapasueños http://superdemokraticos.com/es/themen/globalisierung/traumfanger/ http://superdemokraticos.com/es/themen/globalisierung/traumfanger/#comments Thu, 16 Sep 2010 06:20:51 +0000 http://superdemokraticos.com/?p=1656

* La globalización llegó para mi de la mano del hipertexto, a través de la débil señal de un módem conmutado que hacía ruiditos nocturnos, interplanetarios. Yo estaba estudiando, y en ese entonces no me imaginaba que no sólo nunca iba a trabajar como periodista, sino que el tiempo, los microprocesadores y la globalización me harían sentir que estudiar periodismo fue como estudiar para operadora de telégrafos.

* En el dos mil uno, entre los tiliches peruanos y ecuatorianos en un mercado de artesanía en Sudáfrica, vi que colgaba un pequeño atrapasueños de plumitas naranja. Ese círculo sagrado repetido en cantidades industriales, moldeado en plástico y acrílico, llevado hasta sus más ridículas expresiones, era el que iba a invadir de forma viral las habitaciones de cientos de miles de adolescentes alrededor del mundo, tratando de detener en vano la pesadilla colectiva del nuevo milenio.

* En ese mismo año estaba siendo no-periodista, ya trabajando con gente de todas partes del mundo, tratando de entender las cosas que pasaban en San Francisco, en Seattle, en Porto Alegre, en Buenos Aires, en Bangalore… todo al mismo tiempo. Las cosas se empezaban a sentir diferentes. En los años siguientes aprenderíamos que tenemos más en común entre nosotros que con los vecinos del departamento de al lado, esa señora que insiste en hacer sus pagos en las oficinas centrales de la compañía de electricidad, y que hace la señal de la cruz cuando en las noticias mencionan al partido socialista.

* Todos mis amigos eran activistas. Juntos, estábamos en contra de muchas cosas. Años después nos daríamos cuenta de que estábamos de acuerdo en muy pocas. En aquel entonces hablábamos de la globalización y sus efectos devastadores, de la violencia económica, del crujir de las estructuras. Escuchábamos venir de lejos el rumor de una manada rabiosa e incontenible, una máquina que comía pobres y escupía sus restos, empacados y etiquetados para el mercado de exportación. Todas esas cosas iban a pasar, y más.

* La globalización encuentra su territorio transaccional en los aeropuertos. De tanto visitarlos, me han empezado a consolar sus convenciones gráficas universales de vaya para allá, siéntese aquí, de aquí no pase. Los aeropuertos y sus comidas blandas e inofensivas, su literatura uniforme, sus anuncios multilingues en el sistema de sonido. Este hombre de negocios que es igual a todos los hombres de negocios, esa niña que va de vacaciones a descubrir su verdadero destino entre los pobres de la tierra, esos viajeros que parecen siempre estar dormidos, esta señora tan silenciosa y sus hijos, acompañados por un oficial de la UNHCR.

* A veces mientras estoy cortando un pedazo de papel me doy cuenta de que no es del todo descabellado conjeturar que esas tijeras fueron hechas en china por el primo del chino que hizo estas otras tijeras. Este libro que me gusta a mi, que te gusta a vos en Alemania, también le gusta a algún tipo en Singapur que lo va leyendo en uno de esos trenes donde no roban carteras. Y me gustaría dar por cierto que anoche, cuando me desperté para abrir la ventana porque hacía mucho calor, había al mismo tiempo una mujer en Senegal o en Croacia viendo hacia el mismo punto en el cielo y pensando en mi.

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Formulario http://superdemokraticos.com/es/themen/burger/formular/ http://superdemokraticos.com/es/themen/burger/formular/#comments Wed, 01 Sep 2010 07:00:28 +0000 http://superdemokraticos.com/?p=1345 Hoy recibí el mensaje de mi abogada diciéndome que el momento ha llegado y que si quiero, puedo aplicar para la ciudadanía Estadounidense en el momento que me parezca conveniente. De inmediato bajé el formulario de Internet y como si fuera cosa de vida o muerte, comencé a llenarlo a toda velocidad.

Hace algunos años mi padre izquierdoso habría tenido un síncope si le hubiese dicho que iba a jurar lealtad a la bandera de los Estados Unidos y todas esas ceremonias horribles por las que tendré que pasar. Seguramente yo misma hubiera tenido un síncope. Yo marché contra la guerra, leí todas las revistas de izquierda y los libros de los revolucionarios, la cosa para mí estaba muy clara.  Yo no quería querer a este país, no sabía nada de su historia ni su gente, y sospecho que tampoco quería saber.

Pero las cosas cambian. No tanto afuera, porque las guerras y las políticas y las torturas son las mismas, sino adentro de uno, a nivel privado y sentimental. La vida te arrastra, te abre la boca y te mete el dedo, te muestra cosas que no querías ver.  He vivido aquí por cinco años y me siento en casa, aunque no me siento “de aquí”. Ni siquiera sé si me voy a quedar. Pero con la ciudadanía podría votar en el lugar donde vivo, y por lo menos reclamar cómo se usan los impuestos, incluidos los que pagamos millones de inmigrantes no ciudadanos. Por lo menos podría actuar de alguna manera para que se mantengan las bibliotecas donde me meto a escribir, las universidades donde quiero estudiar y para que se pueda casar la gente que se quiere casar. En fin, participar en la ilusión colectiva de la democracia y sus ritos. Y bueno, también supongo que me permitiría trabajar para el gobierno federal en caso de que alguna vez me quiera convertir en espía de la CIA.

Pienso mucho en la ciudadanía que tengo ahora, con la que nací. Aunque no lo es, tomar otra se siente como una pequeña renuncia. Pero en este momento mi ciudadanía es de un país que sólo existe en mi cabeza. Me alcanza la vida solamente para leer los diarios, para putear por Internet y por teléfono cuando hablo con mi padre los fines de semana. Voto cada vez que puedo estar físicamente presente, y aún así no me sirve para un carajo, porque el país va para donde vá, y no para donde yo quiero. La ciudadanía se me ha convertido en un vago sentimiento de pertenencia política a un territorio donde siempre seré una extraña, aunque no esté ausente.

Voy marcando diligentemente las casillas del formulario que revela las neurosis norteamericanas: No, nunca he sido miembro del Partido Comunista, nunca quise derrocar a ningún gobierno por la fuerza más que en mis sueños más profundos, no trabajé con el gobierno Nazi en Alemania entre 1933 y 1945, he sido buena y jamás me han arrestado, no he ejercido la prostitución ni la bigamia, no he apostado ilegalmente y no sé a qué se refieren con ser un borracho habitual, pero por si acaso voy a marcar que no.

La ciudadanía en este país es algo que mucha gente quiere, un estatus legal que resolvería los problemas de millones, que hoy viven en la incertidumbre económica, familiar y personal. Sólo la gente más privilegiada, como yo, es tan pendeja de ponerse con consideraciones filosóficas ante un problema que no tiene. Quizás sea parte del teatro, quizás sea algo pequeño, quizás no tenga importancia, pero siento que la ciudadanía me permitiría al menos votar, reclamar, exigir que se respeten los derechos humanos de quienes no tienen la posibilidad de tomar esta decisión.

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Equipaje de mano http://superdemokraticos.com/es/themen/burger/handgepack/ http://superdemokraticos.com/es/themen/burger/handgepack/#comments Wed, 18 Aug 2010 14:17:30 +0000 http://superdemokraticos.com/?p=821 Lo importante es comer – dice Paul, con una bolsa de tomates verdes en la mano. Paul sufre de dos males no sólo incompatibles, sino individualmente incurables: la pobreza, y el buen gusto para la comida. Cada uno de sus movimientos está programado para ejercitar en igual medida el aprovechamiento máximo de los ingredientes y la generosidad artística con la que cocina. Comer con Paul es el momento en que la alimentación toma sentido, y de paso se hace concreta cualquier teoría económica que sirva para explicar por qué este hombre, un fiel consumidor, ha quedado fuera de los pasillos de los supermercados.

Lo importante es coger – dice Beth, moviendo los brazos como si fuera a levantar vuelo. Estás segura? Le pregunto. Entonces deja caer los brazos, uno sobre mi cabeza. Beth tiene una pequeña empresa de pornografía casera, de modesto éxito comercial. Mi cuerpo es mi religión, dijo solemnemente una vez, añandiendo que no sería la primera en convertir su religión en su primera fuente de ingresos. Por supuesto que no está segura, la seguridad de Beth es temporal, como si en cualquier momento fuera a levantar vuelo.

Lo importante es escribir – me dijo Martín, el que siempre tiene la página en blanco. Martín, qué putas estás haciendo? No deberías terminar al menos una historia, un cuentito corto? No deberías ponerte a trabajar en esto de verdad, ponerle empeño y actitud encima al talento? Es que para escribir hay que vivir, y una cosa se interpone en el camino de la otra. Lo importante entonces, dice Martín, no es escribir, sino ser escritor.

Lo importante es que la gente sepa – me dice Carla. Ella quiere que “la gente” conozca las historias terribles y valerosas de todas estas mujeres centroafricanas a las que ella quiere tanto. Ese trabajo le permite preocuparse todo el día por las demás y evitar su propia historia que en comparación parece pequeña, triste, patética y sospechosamente libre de heroísmo y de circunstancias adversas. Pero una vez que la gente sepa, qué haremos Carla? Qué tal si la gente sabe, pero quiere vivir como si no supiera?

Lo importante es dormir – dice mi hermano Adrián, que es médico de emergencias. Dormir y si uno tiene suerte, al otro día despertar. Cada vez que abro los ojos en la mitad de la noche y reconozco el olor del insomnio, me siento doblemente mal por estar desperdiciando el sueño que otros se merecen. Mi hermano se queda dormido al principio de todas las películas, en medio de todas las fiestas y al final de todas las conversaciones. Hemos aceptado su narcolepsia como una de las tantas maravillas de su personalidad. Nadie sabe qué angustias lo atormentan en la noche, pesadillas de gente despierta.

Lo importante es el raiting – me dice Mariana – o su equivalente en estadísticas, usuarios únicos, visitas convertibles. No tenemos una verdadera posición política, sino que pescamos usuarios, lectores, televidentes… una vez que muerden el anzuelo podemos cambiar de enfoque para captar otro segmento. Mariana se especializa en generar la apariencia de una opinión contundente y fundamentada, pero lo suficientemente light para que nadie quede permanentemente resentido. Su flexibilidad intelectual le permite mantener no sólo un alcoholismo de baja densidad, sino una impresionante colección de zapatos de todos colores.

Una vez me mudé a otro país con una sóla valija, que contenía ropa para un viaje de negocios de dos semanas. Adentro no había nada importante. Diez meses después regresé a mi país, donde ya alguien más había sacado todas mis cosas del que fue mi departamento. Las cosas estaban repartidas por diferentes lugares, y en varias cajas estaba mi ropa, mis libros, mis cuadros, mis cuchillos de cocina, pero entre ellos no encontré nada que quisiera llevar a mi nueva vida. Ahora cada vez que empaco me doy cuenta de que no llevo nada indispensable, y me da un ataque de tristeza. Quisiera poder declarar la importancia de las cosas, como los demás, pero no logro articular. Supongo que ya sentada en el avión, lo importante es que no se caiga.

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Lluvia y cuerpo http://superdemokraticos.com/es/themen/koerper/regen-und-korper/ http://superdemokraticos.com/es/themen/koerper/regen-und-korper/#comments Tue, 03 Aug 2010 07:00:20 +0000 http://superdemokraticos.com/?p=555 * El cuerpo es la única relación que es para siempre. El divorcio  es imposible y el camino se hace largo. Me parece que el aprecio por el cuerpo propio es algo que se gana a golpes. Se necesita tener un melanoma, hincharse un huevo, quebrarse una pata. Hace dos años estaba en esta misma latitud pensando en mi tumor, cuando por fin se validaba mi hipcondría de larga data. Años de estar acostumbrada a miedos más que dolores, y ahora por fin, una pelota redonda  y enorme donde fijar todas mis expectativas.

* Me sorprende este texto durmiendo en el bosque, en una pequeña casa de la familia en la selva tropical cerca de la costa. Es la época lluviosa y las tormentas llenan los ríos e inundan los campos. En la mañana tomo café y salgo descalza a tocar la tierra. Hay caracoles diminutos, pequeñísimas ranas, lagartijas que corren sobre el agua, gusanos que se arrastran entre los dedos. Todos están saliendo espantados del barro, bombardeados por las gotas y los pasos, alertados por la cafeína que ahora sudo. Ellos y yo, aquí todos somos cuerpo.

* Mis pies están llenos de cicatrices de todas las veces que me he parado en un vidrio, mis piernas han sido golpeadas por mesas, tablas de surf, salientes en el asfalto, depilaciones apresuradas, la vida corriendo por otros países y quizás huyendo de este. Examino las marcas mientras estamos sentados en la arena de la playa quemándonos la piel y los deseos. Todas estas cicatrices menores son mucho más evidentes que la cicatriz de cuando me sacaron el tumor, que está debajo del traje de baño como si nada hubiera pasado.

* Cuando flotamos en el mar sabemos exactamente el peso que tenemos, el hígado dolorosamente hinchado por el alcohol de ayer . Nosotros intoxicándonos y el cuerpo perdonándonos constantemente. Abrimos la boca y nos llenamos los pulmones de aire, eso que nos levanta a la superficie y nos salva de la muerte. De repente empieza a llover y a nadie le importa. La lluvia tropical es como una sábana blanca que cae sobre las personas y las cosas. A veces me parece que respiramos debajo del agua, sin pensarlo mucho, y que es a los primates marinos a quienes debemos esta fisiología improbable.

* Cuando yo nací no tenía una cuna, sino una hamaca como esta en la que me acuesto en las noches, y me balanceaba entre mis padres y las estrellas bajo el halo de un mosquitero. Era la forma en que nos íbamos a dormir todos con menos miedo, oyendo las gotas golpear el techo. A veces extraño ese calor de sus cuerpos, sus manos salvadoras, el vaivén de la hamaca en una parábola predecible. Entre entonces y ahora han venido los males, cicatrices y arrugas, dudas sobre la mortalidad propia y ajena, la salud y la enfermedad que se intercambian como las olas. La hamaca todavía sostiene mi cuerpo, este misterio regulado por sus propias mareas, una masa concreta que se deteriora lentamente de formas alarmantes y se regenera sin avisar,  que de alguna forma todavía me contiene.

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Vasos sucios, ceniceros llenos http://superdemokraticos.com/es/themen/koerper/schmutzige-glaser-volle-aschenbecher/ http://superdemokraticos.com/es/themen/koerper/schmutzige-glaser-volle-aschenbecher/#comments Tue, 20 Jul 2010 15:00:37 +0000 http://superdemokraticos.com/?p=490

Yo tenía un profesor de Derecho que había estudiado en Alemania y por lo tanto, tenía la idea de que era más bien profesor de Filosofía. Con él nos tocó estudiar el concepto de la intimidad, como un círculo imaginario a nuestro alrededor en el que sólo dejamos entrar a quien queremos. Ese círculo yo me lo imaginaba como una pequeña fiesta con tragos y música, en la que estamos todos desnudos y vamos al baño con la puerta abierta. Mi profesor decía que ese círculo invisible, pero poderoso, es lo que nos protege de la mirada insolente de los otros y nos da entre otras cosas el derecho a que nos dejen en paz. Es decir que en cualquier momento yo podría cerrar la puerta y decirle a todos los de la fiesta que se pusieran la ropa y se fueran.

En la intimidad sabemos sin hablarnos, y a veces sin mirarnos. Más que saber, adivinamos, y nos movemos a una distancia tal que nos permite todavía sentir el calor de la piel del otro. En la intimidad no tenemos miedo de nada, y mucho menos del otro. Dentro de ese círculo damos por ciertas algunas cosas que el resto del mundo jamás comprenderá.

Pero la intimidad también significa estar solo, darse espacio sabiendo que tarde o temprano volveremos a tocarnos. No negar la existencia de esa parte de mi que nunca te voy a dar, los detalles que nunca te voy a contar, el silencio que todavía existe entre vos y yo.

No se si era la juventud, o es el país de donde vengo, pero me parece que la intimidad estaba mucho más disponible, lista para tomarla entre las manos. Tuve amigos instantáneos, confianzas inmediatas, llegábamos a visitar sin llamar y abríamos la puerta de la refrigeradora para ver qué había. En cuestión de días podíamos hacernos amigos íntimos y contarnos cosas de enorme potencial destructivo. Por otra parte, siempre fue difícil mantener cualquier cosa en la vida privada, imposible mantener nada oculto, ni los superhéroes pueden con sus identidades secretas.

En Inglés, tener relaciones íntimas significa tener sexo, lo cuál siempre me ha dejado perpleja puesto que tener sexo con alguien es algo que se consigue mucho más rápido que hacer un amigo. En la ciudad donde vivo, o quizás a la edad que tengo, me parece que la intimidad se construye más despacio, la confianza se gana, el placer de verse se dilata por años, las amistades son profundas y a prueba de tormentas pero se forman a partir de mensajes cortos y la repetición de las mismas horas.

A veces extraño una forma y a veces la otra. A veces me gustaría poder volver a enamorarme de cualquiera que pasara por la calle y contarle todos mis miedos. A veces me gusta ir descubriendo cómo, a fuerza de hablar de las mismas pequeñas conversaciones sobre el trabajo y la política, alguien se me ha vuelto imprescindible.

En la confusión de la mudanza, mi círculo de la intimidad se ha reducido a su expresión mínima. La fiesta se ha acabado y han quedado los vasos sucios y los ceniceros llenos. La música cada vez suena más bajito y en un rincón estamos sentados dos o tres, viendo el amanecer.

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