Luis Felipe Fabre – Los Superdemokraticos http://superdemokraticos.com Mon, 03 Sep 2018 09:57:01 +0000 es-ES hourly 1 https://wordpress.org/?v=4.9.8 Por qué no estoy en Facebook http://superdemokraticos.com/es/laender/mexiko/warum-ich-nicht-auf-facebook-bin/ http://superdemokraticos.com/es/laender/mexiko/warum-ich-nicht-auf-facebook-bin/#comments Thu, 01 Dec 2011 17:09:44 +0000 http://superdemokraticos.com/?p=6049 No tengo perfil en Facebook. Y no es que me niegue a tenerlo por principio o porque yo sea un militante de la discreción. Al contrario: me encanta el chisme. De hecho, una amiga, María Rivera, poeta y activa polemista en las redes sociales, me habla todas las tardes para comentarme las novedades del día en Facebook: las discusiones, las peleas y las indiscreciones diarias de los conocidos que tenemos en común: escritores líosos como nosotros. Digamos que aunque no tengo perfil en Facebook tengo acceso a Facebook aunque sea por una vía indirecta y a través de una tecnología más rudimentaria.

A propósito de tecnología rudimentaria, a otro amigo, el poeta Daniel Saldaña París, se le ocurrió la idea absurdamente divertida de organizar algo que él ha denominado con el nombre de “Faxbook”: una suerte de imitación voluntariamente retrógrada y fallida de Facebook. Se trataría de sesiones en las que en vez de computadoras un grupo de amigos utilizásemos faxes para transmitirnos nuestras actualizaciones, chismes, comentarios. Una suerte de performance antiecológico donde en cada sesión se malgastara el papel equivalente a unos cuantos árboles. No sé por qué no tengo perfil en Facebook pero lo que sí sé es que no dudaría un momento en inscribirme en Faxbook en caso de que existiese.

No sé, tal vez no tengo un perfil en Facebook porque me tardé demasiado y ahora que todo el mundo tiene uno me parece mucho más interesante no tenerlo. O tal vez porque me da horror la sola idea de facilitar el contacto con personas que he dejado atrás. No tengo el menor interés de ser localizable por mis ex compañeritos del kínder. No quiero saber si se casaron, si tienen hijos, si abrieron una tienda de pelucas o un consultorio dental, ni ver las fotos de sus vacaciones en Turquía: esas versiones abreviadas y felices de la vida aptas para todo público. Claro que sé que uno puede rechazar las invitaciones, pero me conozco y sé que me cuesta decir no.

No tengo perfil en Facebook y no porque considere que se trata de la más genial red de espionaje donde cada miembro se convierte voluntariamente en el informante y delator de sí mismo, sino por indecisión. Porque también he de decir que a veces siento que me estoy perdiendo algo, sobre todo cuando mi amiga me lee alguna discusión en la que me hubiera gustado participar. Es curioso: algunos escritores mexicanos, tan políticos y cordiales en persona, en Facebook dejan ver su faceta de polemistas feroces: dicen lo que no dirían, por ejemplo, en una mesa de debates frente al público. Supongo que es porque hay cierto aire de intimidad: las opiniones sobre política o literatura se alternan con las fotos de familiares y mascotas. Y además esa idea de que se habla entre “amigos”. Aunque a muchos ni se le conozca y hasta se tenga la sospecha de que se trata de enemigos encubiertos bajo identidades falsas. Lo cierto es que, al menos en el caso de los escritores mexicanos, Facebook se ha convertido en un foro de debates donde se dicen cosas que no se dicen en otra parte. Claro que no pocas veces el debate intelectual termina derrapando en descalificaciones personales tal vez propiciadas por esa mismo aire de intimidad. Y, así, se alternan argumentos con links a canciones imposibles, insultos y felicitaciones de cumpleaños. O al menos eso me han contado. Una mezcla que me resulta fascinante. A veces. Porque también me han contado que cierto poetastro detestable me insultó hace un par de semanas en su muro. Claro que, como no estoy Facebook no pude defenderme… Entonces, ¿por qué no estoy en Facebook?

No sé. Supongo que tarde o temprano terminaré abriendo un perfil. Sí, ya me veo poniendo “me gusta” junto con cien personas más debajo de la foto de la nueva casa de la prima de la tía del profesor de alfarería con el que dejé de tomar clases hace más de veinte años.

]]>
http://superdemokraticos.com/es/laender/mexiko/warum-ich-nicht-auf-facebook-bin/feed/ 4
Can we talk about something else? http://superdemokraticos.com/es/english/can-we-talk-about-something-else/ Fri, 22 Oct 2010 19:22:25 +0000 http://superdemokraticos.com/?p=3084 Mexico is beyond my comprehension. Perhaps the mistake is to expect an approximation through rational means. It’s impossible to understand it. How to in understand the evil, cruelty and degradation that characterize this present moment the whole country? I do not like moral judgments, but circumstances strongly invite to make them. Or maybe when I say evil, cruelty, degradation, I’m just rying to express my horror rather than stating a moral view: a horror that emerges from the guts rather than from the judgement. And of course it is not just for a moment: it happened before and will happen again and again. Yes, I know, centuries of corruption, poverty, inequality, authoritarism and oppression. But the historical perspective is not enough to explain it. There’s something else I do not understand. Something metaphysical. To born in Mexico is already karma, said an astrologer. But esoterism is not enough.

With a growing wave of violence, President Felipe Calderon (who is in part responsible due to his poor strategy in what he called “war against the narco”) drawed a line and asked the media not to alarm the society. But about what else can we talk? : so titled very aptly the Mexican artist Teresa Margolles her last exhibition at the Venice Biennale. A brutally pertinent installation, made from materials that the artist collected at crime scenes mainly related with drugs: the floors of the ancient Venetian palace were “washed” with a mixture of water and blood from the victims (sometimes turn killers), murderers’ messages embroidered in gold on canvas soaked in blood (in reference to the “narco-blanket”) were hung on the walls, and ostentatious narco-style jewelry, made of gold and glass chips (as if they were diamonds) from broken windshields in the shootings were shown. The installation is almost an illegal work, because she works with materials that are police and forensic evidences. Materials, whose collection by the artist implies the corruption of government officials. Certainly a very accurate image of Mexico in its paradoxical symbolic literality, which deeply angered the federal government.

Margolles installation works with fear and body-anxiety, and invites everybody to think twice about them, almost as a provocation. Is not fear an effective control mechanism, finally? We have all experienced a striking example after September 11th’s attacks: nowadays, trying to introduce a bottle of water on a plane makes a suspect from you. A bottle of water! We live in an era of wide-spreaded paranoia: said that, I do not intend to say that the danger is not real. But the truth is that I hate each day airports even more, because they are now a performance of fear and control. And I hate to feel controlled.

That’s why I don’t know what to think anymore, what to ask, what to demand, what to propose in terrible situations as one appeared a few days ago: 72 Latin American migrants were killed by the Zetas (a group of hitmen associated with drugs). So do Los Zetas operate. Among their activities, kidnapping immigrants from Central and South America who try to reach the United States through Mexico, looking for a job. Where on Earth killing at once 72 people is something that could be made with impunity? The first thing that comes from the guts, is to require order and control to the authorities. Then my own desire scares me. Totalitarism and many State crimes have emerged from the same popular demand. Not to mention the corruption, complicity and criminality of the Mexican “law enforcement”… And the truth is, that this “war against drugs” there have been many civilian casualties, innocent people killed by the bullets of the army or the police. As Liliana Felipe-s song says: “You have to decide / Who would you prefer to kill you: / a terrorist / or your own government, to save you / from the terrorist ….”

Of course we should legalize drugs. And of course, talking about a “war against drugs” in Mexico is full of hypocresy: the money earned from dealing with drugs is one of national economy’s biggest supports. Politicians and authorities: if you really want to do something, you should start by reading The Naked Lunch by William Burroughs.

Meanwhile, a dear friend, the poet Maria Rivera, recently proposed at her facebook a sort of sabotage or civil protest: she invites recreational drug consumers to stop buying their candy until violence levels fall. A boycott as any other boycott to any other product, which attacked a principle we consider valuable. Because own complicity plays here a role too.I imagine a bizarre place where all my abstinent friends with eyes popping out of their heads are marching through the streets shouting slogans like “Until the end of the thriller / I’m not buying from my dealer!” Maybe. Who knows. I don’t know it anymore.

© Luis Felipe Fabre


Translation:
Ralph del Valle

]]>
Finales http://superdemokraticos.com/es/themen/globalisierung/schlusse/ http://superdemokraticos.com/es/themen/globalisierung/schlusse/#comments Wed, 06 Oct 2010 07:00:26 +0000 http://superdemokraticos.com/?p=2427 Tengo la manía de comenzar a leer las novelas por el final. Hay grandes mitos en torno a la primera frase. El asunto ése de atrapar al lector. Cosas del tipo del multicitado comienzo de Cien años de soledad que se volvió una suerte de modelo de “ábrete sésamo” para los escritores del boom: “Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento…” Mis amigos narradores ya no son tan supersticiosos con la dichosa primera frase. Supongo que, como todo, es un asunto de modas. Pues bien, de moda o no, a mí la primera frase no es la que me engancha: es la última. Cuando abro un libro por primera vez lo hago por la página final. Y esa frase es la que me hace ir al comienzo o no. Supongo que no me gusta que me digan lo que tengo qué hacer: yo empiezo no donde debería si no por donde se me antoja. Supongo, también, que me gusta generarme expectativas: ¿cómo le va a hacer este autor para llegar hasta acá? Una suerte de nostalgia precoz.

No se trata de saber “el final”: el final de la trama casi siempre está antes de la última frase, a veces, incluso, está después: fuera del libro. Incluso hay libros que no tienen última frase, como Los detectives salvajes que se cierra con un enigma visual.

A veces no hay puntuación, o la frase es demasiado larga, entonces leo las últimas palabras. Tal es el caso de uno de mis finales predilectos: ese “sí quiero sí” de Molly Bloom al final del Ulises: esa afirmación tan erótica, tan vital. ¿Cómo no comenzar a leer algo que termina así? Sí, quiero, sí, me dije y me puse a leer. O el final de En el camino de Kerouac, que debo confesar que me saca una que otra lagrimita de cursilería culposa y que me encanta leer y releer en voz alta como si fuera un poema. Una frase que se alarga durante un párrafo bastante extenso para rematar diciendo: “…y nadie, nadie sabe lo que le va a pasar  a nadie excepto que todos seguirán desamparados y haciéndose viejos, pienso en Dean Moriarty, y hasta pienso en el viejo Dean Moriarty, ese padre al que nunca encontramos, sí, pienso en Dean Moriarty.” Ahora, que transcribo esos dos finales juntos, caigo en la cuenta de que tengo cierta debilidad por la utilización de la palabra “sí” en las despedidas. ¿Debería terminar diciendo “sí” este texto con el que cierro mi participación en Los Superdemokráticos? ¿Sí?

Realmente me gustaría terminar diciendo las palabras que Salinger pone en boca de Holden Caulfield al final de El guardián entre el centeno: “No cuenten nunca nada a nadie. En el momento en el que uno cuenta cualquier cosa, empieza a echar de menos a todo el mundo.” El problema es que no es una frase sino dos. Luego me pasa. Una frase me lleva a la de atrás y ésa a la de atrás y de pronto me encuentro a la mitad de libro habiéndolo leído en reversa. Entonces me voy al principio y termino el libro cuando vuelvo a llegar a la mitad.

Pero no estoy escribiendo en reversa. ¿O sí? Recuerdo de pronto el final de un cuento cuyo título y autor se me escapan. Recuerdo que terminaba diciendo: “Las despedidas no se anuncian y apretó el acelerador”. ¿Era así? Sí, creo que sí.

]]>
http://superdemokraticos.com/es/themen/globalisierung/schlusse/feed/ 3
¿Quién infla el globo?: una encuesta http://superdemokraticos.com/es/themen/globalisierung/wer-blast-den-globus-auf-eine-umfrage/ http://superdemokraticos.com/es/themen/globalisierung/wer-blast-den-globus-auf-eine-umfrage/#comments Wed, 22 Sep 2010 06:22:55 +0000 http://superdemokraticos.com/?p=2088 Instrucciones: elija una opción de respuesta para cada pregunta y agréguelas en el apartado de comentarios. Siéntase de libre de añadir una breve explicación personal en caso de que lo considere pertinente.

1- En un mundo globalizado, ¿un poeta que escribe en inglés tiene alguna ventaja sobre un poeta que escribe en alguna otra lengua mucho menos difundida?

a)      Sí.

b)      No.

c)      No, siempre y cuando el poeta de otra lengua sea traducido posteriormente al inglés.

d)     El poeta que escribe en una lengua minoritaria tiene una ventaja sobre el poeta que escribe en inglés pues el mundo globalizado aspira a la pluralidad y la multiculturalidad y por lo tanto se verá beneficiado por la discriminación positiva.

2- Si un poeta portugués decide (como lo hiciera Pessoa en algún momento) escribir poemas en inglés, esta decisión idiomática le daría a su obra un cierto aire:

a)      Internacional.

b)      Global.

c)      Universal.

d)     Cosmopolita.

3- Si un poeta mexicano decide (como lo hiciera Pessoa en algún momento) escribir poemas en inglés, esta decisión idiomática le daría a su obra un cierto aire:

a)      Inmigrante.

b)      Sospechoso.

c)      Pro yanqui.

d)     Globalifílico.

e)      Pessoesco.

4- ¿A cuántas lenguas debe traducirse un poema para convertirse en un poema globalizado?

a)      Con ser traducido al inglés, en el caso de haber sido escrito en otra lengua, basta.

b)      Mínimo a tres lenguas occidentales y a una oriental.

c)      Mínimo a diez lenguas indígenas.

d)     No es un asunto de traducción sino de difusión.

5- Un poema globalizado es, en última instancia:

a)      Un bien multicultural.

b)      Literatura Universal.

c)      Una mercancía.

d)     Una utopía.

6- ¿Qué poema resulta más acorde a la idea de un mundo globalizado?

a)      Un poema escrito en varias lenguas y con referencias a diversas culturas que aparece publicado en el periódico local de una pequeña aldea rural.

b)      Un poema hipertextual escrito en un oscuro blog personal.

c)      Un soneto de un famoso poeta norteamericano recién galardonado con el premio Pulitzer.

d)     Un poema escrito en alguna lengua indígena, digamos tzotzil, leído en un festival internacional de poesía en París al que asisten 100 personas.

7- Si el autor del poema en tzotzil del inciso d) de la pregunta anterior decide quedarse a vivir en París se convierte en:

a)      Un poeta internacional.

b)      Un producto de la globalización.

c)      Un inmigrante ilegal.

d)     Un problema para los organizadores del festival.

8- En el supuesto de que usted asistiera en calidad de público al supuesto festival internacional de poesía (en donde participa nuestro ya querido autor del poema tzotzil) y en el supuesto, claro está, de que aún pudiésemos hablar de literaturas nacionales, tomando en cuenta que supuestamente vivimos en el supuesto de un mundo supuestamente globalizado, ¿a qué poeta le aplaudiría más?

a)      A un poeta mexicano cuyos poemas parecieran escritos por un poeta norteamericano.

b)      A un poeta norteamericano cuyos poemas parecieran escritos por un poeta cubano.

c)      A un poeta alemán cuyos poemas parecieran escritos por un poeta alemán.

d)     Al autor del poema en tzotzil aunque no entendiera nada de lo que dijera (y tal vez precisamente por eso).

e)      Se aplaudiría a usted mismo por haber soportado sin quejarse un recital de más una hora plagado de pésimos poemas que afortunadamente no tienen trascendencia mundial alguna pues a nadie le importa la poesía.

9- Considera que bajo la aparente inocencia de un festival internacional de poesía se esconde:

a)      Un grupo globalofóbico que pretende acentuar las diferencias y los localismos recalcando las diferentes nacionalidades de sus poetas invitados en un gesto de secreta resistencia.

b)      Un grupo globalofílico que ha invitado a un puñado internacional de poetas sólo por la avidez de mercancías exóticas como esas salsas orientales ante las que tanto se emocionan cada vez que van al supermercado.

c)      Un grupo ni glofalifóbico ni globalofílico, sino meramente una pandilla de gente ociosa que busca dotar de un sentido a su vida por más pobre que éste sea.

d)     Un grupo de poetas que invita a otros poetas a su país con la esperanza de que éstos les devuelvan las invitaciones acogiéndolos en sus respectivos países: una rama de eso que se ha dado por llamar comercio justo, una manera barata de viajar, turismo literario, en suma, un grupo de poetas advenedizos y convenencieros.

]]>
http://superdemokraticos.com/es/themen/globalisierung/wer-blast-den-globus-auf-eine-umfrage/feed/ 6
¿De qué otra cosa podemos hablar? http://superdemokraticos.com/es/themen/burger/uber-was-sollen-wir-denn-sonst-reden/ Fri, 17 Sep 2010 23:04:09 +0000 http://superdemokraticos.com/?p=1628

México sobrepasa mi capacidad de comprensión. Tal vez el error consista en querer aproximarse por medios racionales. No es posible entenderlo. ¿Cómo entender el mal, la crueldad, la degradación que caracterizan el momento por el que atraviesa el país? No me gustan los juicios morales, pero las circunstancias insistentemente invitan. O tal vez cuando digo el mal, la crueldad, la degradación, más que un juicio moral lo que intento expresar es mi horror: un horror que viene de la víscera más que del juicio. Y por supuesto que no se trata sólo de un momento: esto viene de antes y seguirá después. Sí, lo sé: siglos de corrupción, pobreza, desigualdad, autoritarismo, opresión. Pero no basta la perspectiva histórica para explicarlo. Hay algo más que no comprendo. Algo metafísico. Nacer en México ya es karma, decía un astrólogo. Pero el esoterismo tampoco basta.

Ante la creciente ola de violencia el presidente Felipe Calderón (responsable en parte dada su mala estrategia en lo que él ha llamado “guerra contra el narco”) tira línea y pide a los medios de comunicación que no alarmen a la sociedad. Pero ¿De qué otra cosa podemos hablar? : así tituló muy atinadamente la artista mexicana Teresa Margolles su exposición en la pasada Bienal de Venecia. Una instalación brutalmente acertada realizada a partir de materiales que la artista recolectó en escenas del crimen principalmente relacionadas con el narco: los pisos del antiguo palacio veneciano fueron “lavados” con una mezcla de agua y sangre de las víctimas (en ocasiones a su vez victimarios), en las paredes se expusieron mensajes de asesinos bordados en oro sobre lienzos empapados en sangre (en alusión a las “narco-mantas”), y se exhibieron ostentosas joyas narco-style fabricadas con oro y astillas de cristales (a manera de diamantes) de parabrisas quebrados en los tiroteos. La instalación se tensa casi en una ilegalidad al trabajar con materiales que son pruebas policíacas y periciales. Materiales cuya obtención por parte de la artista implica la corrupción de las autoridades oficiales. Ciertamente una imagen de México muy acertada simbólicamente en su paradójica literalidad y que molestó profundamente al gobierno federal.

La instalación de Margolles trabaja con el miedo y la ansiedad corporal e invita a reflexionar en torno a ellos casi como una provocación. ¿No es finalmente el miedo un eficaz mecanismo de control? Todos hemos vivido un ejemplo palpable a partir de los atentados del 11 de septiembre: ahora intentar introducir una botella de agua a un avión te convierte en un sospechoso. ¡Una botella de agua! Vivimos en una época de paranoia generalizada y con esto no quiero decir que el peligro no sea real. Pero lo cierto es que cada día odio más los aeropuertos pues se han convertido en una suerte de performance del miedo y el control. Y odio sentirme controlado.

Por eso ya no sé qué pensar, qué pedir, qué exigir, qué proponer ante situaciones tan terribles como la noticia que apareció hace unos días: 72 migrantes latinoamericanos fueron ejecutados a manos de los Zetas (un grupo de sicarios relacionados con el narco). Los Zetas operan así. Y entre sus múltiples actividades se encuentra la de secuestrar migrantes porvenientes de centro y sudamérica que pasan por México intentando llegar a los Estados Unidos en busca de trabajo. ¿En qué clase de país estoy donde pueden matar de una sola vez a 72 personas impunemente? Lo primero que me viene de la víscera es exigir orden y control a las autoridades. Luego mi propio deseo me asusta. Cuántos totalitarismos y crímenes de Estado no han surgido de esa misma exigencia popular. Eso por no hablar de la corrupción, complicidad y criminalidad de las propias “fuerzas del orden” mexicanas… Y lo cierto es que en esta “guerra contra el narco” han habido muchísimas víctimas civiles, inocentes muertos por las balas del ejército o la policía. Como dice la canción de Liliana Felipe: “Tienes que decidir / quién prefieres que te mate: / un comando terrorista / o tu propio gobierno para salvarte / del comando terrorista…”.

Por supuesto que habría que legalizar las drogas. Y por supuesto que hablar de una “guerra contra el narco” en México es una hipocresía cuando el dinero obtenido por el tráfico ilegal es uno de los sostenes de la economía nacional. Los políticos y las autoridades, si en verdad quisieran hacer algo, deberían comenzar por leer El almuerzo desnudo de William Burroughs.

En fin, en fin. Mientras tanto, una querida amiga, la poeta María Rivera, acaba de proponer en su facebook, una suerte de sabotaje-protesta civil: invita a los consumidores recreativos de drogas a dejar de comprar sus dulces hasta que los niveles de violencia bajen. Un boicot como uno lo haría con cualquier otro producto que atentara contra un principio que consideramos valioso. Porque también está el asunto de la propia complicidad. Imagino una marcha extravagante donde todos mis amigos con los ojos desorbitados por el síndrome de abstinencia avanzaran por las calles gritando consignas como: “¡Hasta que no termine el thriller / no le compro a mi dealer!” Puede ser. Quién sabe. Yo ya no sé.

]]>
Mi corazón es una tumba pero mi boca es un volcán http://superdemokraticos.com/es/themen/burger/mein-herz-ist-ein-grab-aber-mein-mund-ein-vulkan/ http://superdemokraticos.com/es/themen/burger/mein-herz-ist-ein-grab-aber-mein-mund-ein-vulkan/#comments Tue, 24 Aug 2010 22:10:06 +0000 http://superdemokraticos.com/?p=1164 ¿Cuál es el aspecto más importante en mi vida? ¿Trabajo, familia, activismos, participación, música, literatura? Podría responder: lo que más me importa son los demás. Pero no sería exacto. De ese universo, para ser sinceros, me interesa una muy diminuta porción: los poetas mexicanos y anexas. Aunque bien pensado, esa diminuta porción sigue siendo una muestra (no sé qué tan representativa) de aquello que llamamos “los demás”. Ahora bien, no se vaya a creer que me interesa su bienestar o algo así. Casi podría decirse que es justo lo contrario.

Esas personas me interesan profundamente pero como tema de conversación. Para decirlo de una buena vez: lo que más me interesa en este mundo es el chisme y, en particular, los chismes sobre poetas mexicanos contemporáneos. Ese es mi tema de especialidad y a eso dedico todo el tiempo que tengo disponible. Saber quién se acuesta con quién engañando a quién, en dónde, cómo, por qué, para qué, me produce una inmensa alegría. Descubrir el verdadero motivo de una pelea, una separación, una publicación, me reconforta. Entre más involucrados, más enredado esté el asunto en cuestión, y peores sentimientos haya, mucho mejor.

Por supuesto que para estar al día en cuanto a chismes literarios hay que frecuentar gente y pasar largas jornadas al teléfono, chateando, revisando facebook. Eso no supone ningún problema para mí: mis amigos son iguales de chismosos. En realidad, casi todo el gremio poético mexicano lo es. Hay quien dice que es un resabio de las primeras décadas del siglo pasado, cuando los escritores y artistas formaban parte, por lo general, de células comunistas y subversivas. Si te veían en un restaurante con un troskista eras rápidamente expulsado del Partido. Claro que ellos no se asumían como chismosos sino como informantes. En estos tiempos, como todo, el chisme se ha desideologizado y se vive únicamente como gozo.

A veces, por chismoso, me he metido en problemas. Pero no he podido evitarlo: si una amiga me contó un jugoso secreto, a la segunda copa lo suelto a cambio de otro jugoso secreto. ¡Es tan difícil la lealtad en el mundo literario! Como me dijo alguna vez otra amiga como aperitivo a un chisme que no debía pero tenía que contarme: “¡Mi corazón es una tumba pero mi boca es un volcán!”

Fue por intentar evitar en el futuro esos problemas que comencé a ir a terapia. Elegí un sicoanalista ortodoxo: diván, analista callado, paciente perorando. Mi sicoanalista, después de dos años de atenderme, es ya un experto en los ires, venires y decires del mundillo poético mexicano. A veces, cuando sospecho que se aburre en demasía o que está quedándose dormido, digo la palabra “mamá” (que tanto le gusta a los freudianos) sólo para despabilarlo y poder continuar con mi narración del chisme de la semana sabiendo que tengo su atención. Me resulta muy reconfortante saber que todo lo que le cuento quedará allí. Así no tengo que censurarme ni omitir el menor detalle de mis investigaciones.

Por supuesto que soy fan de Madame Sévigné, aquella cortesana que supo escribir como nadie un chisme insignificante al grado que siglos después sigue generando morbo y un incandescente curiosidad en su lector. Yo no aspiro a tanto, pero ciertamente lamento que la poesía y los poetas les interesen a tan pocos. De lo contrario podría realizar mi sueño: conducir un programa televisivo sobre chismes poéticos como aquellos dedicados al mundo del espectáculo. ¡Pasiones, amoríos, traición, sobredosis de drogas, premios literarios corruptos, plagios escandalosos, relaciones inconfesables, todo salpicado de citas literarias!

]]>
http://superdemokraticos.com/es/themen/burger/mein-herz-ist-ein-grab-aber-mein-mund-ein-vulkan/feed/ 3
Consejos de belleza http://superdemokraticos.com/es/themen/koerper/schonheitstipps/ http://superdemokraticos.com/es/themen/koerper/schonheitstipps/#comments Tue, 10 Aug 2010 18:52:07 +0000 http://superdemokraticos.com/?p=596

Hace más de un siglo que la belleza, esa gran tirana, dejó de ser el concepto rector del arte: valores como “hermoso” o “feo” resultan inoperantes al momento de juzgar una obra. Sin embargo, en contraposición, la belleza (o más bien un concepto muy particular y restringido de belleza) se ha convertido en una norma social. Nuestros cuerpos padecen el yugo de una dictadura estética.

Por supuesto que siempre ha habido personas, que según los patrones culturales del momento, resultan más bellas que otras. Y por supuesto que dichos patrones culturales influyen en lo que una persona encuentra atractiva en otra. Pero también, tanto entonces como ahora, existen atracciones inexplicables, atracciones que desafían el concepto de belleza que se tiene y que algunos científicos han querido achacar a las feromonas. Sin embargo, lo que quiero decir es que, independientemente de que cada época tenga un canon de belleza, quizá nunca, como en este momento, ese canon había sido tan brutal. Como si en este momento ser bello fuese una obligación moral. Como si la belleza, al haber sido dejada de lado por los artistas, se hubiese convertido en una responsabilidad del resto de los ciudadanos.

Cada persona, parecería, tiene la obligación de ser tan bella como una escultura, pero no una escultura contemporánea, sino una de la Grecia clásica. Y la sociedad ha creado mecanismos de coerción. Un ejemplo: las tallas y modelos de la ropa que uno puede comprar en las tiendas. Tallas y modelos (cada vez más ajustados) que funcionan como una regla al que el propio cuerpo debe “ajustarse”. Lo contrario a la vieja idea de ir al sastre o a la costurera: allí el cuerpo dictaba sus propias medidas: ¡qué épocas de libertad! Ahora el cuerpo acata, como puede, medidas ajenas.

Estos últimos años se caracterizan también por la conquista de libertades individuales. Sin embargo, la moralidad se ha enmascarado de belleza. Como si no fuera un problema moral, sino estético, el derecho a ejercerlas. Como si solo los bellos tuvieran derecho a practicar su sexualidad: tal es la idea que parece refrendar el cine comercial y la pornografía convencional. Si un hombre, por ejemplo, siente predilección por las mujeres gordas del tipo de las venus paleolíticas, o por las señoras entradas en años, es decir, por mujeres fuera del canon de belleza actual que valora la esbeltez y la juventud, se convierte en una suerte de “desviado” y si quiere encontrar un video porno que le satisfaga tendrá que buscarlo en el apartado de filias. Sí, se desvía de la norma que dice que sólo ciertos cuerpos que reúnen determinadas cualidades estéticas pueden ser entendidos como deseables. Cuando en realidad cada cuerpo es un fascinante desvío de la norma.

Pero en vez de liberar nuestros cuerpos como el arte contemporáneo, queremos ser clásicos. Y al no poder cumplir con la norma estética preferimos, en un acto de buen gusto, quedarnos solos en casa mirando por televisión esos infomerciales sobre aparatos para hacer abdominales con los que se torturan los cuerpos que desviados de la norma insisten en intentar acatarla. Sólo para confirmar aquello que un querido amigo, Juan Carlos Bautista, escribió: “el único cuerpo para el que estamos capacitados para odiar con total encono es el propio cuerpo”.

]]>
http://superdemokraticos.com/es/themen/koerper/schonheitstipps/feed/ 6
El plan travesti http://superdemokraticos.com/es/themen/koerper/espanol-neu-el-plan-travesti/ http://superdemokraticos.com/es/themen/koerper/espanol-neu-el-plan-travesti/#comments Tue, 27 Jul 2010 15:00:30 +0000 http://superdemokraticos.com/?p=510

…y en plan travesti radical

le doy la espalda a cualquier clase de tristeza…

Fangoria

“¿Qué te gustaría ser: hombre o mujer?” es una de las preguntas que se me proponen para esta entrega. ¿Si respondo que me gusta ser lo que soy sonaría autocomplaciente y jactancioso? Cuenta Alaska, la vocalista del grupo Fangoria, que cuando tenía doce años leyó la biografía de David Bowie; en cuanto terminó de leerla, como si hubiera tenido una súbita revelación, fue corriendo a buscar a su madre y le dijo emocionada: “¡Mamá, mamá! ¡Quiero ser hombre para ser maricón!” Algo así respondería yo, claro que sin la gracia de ser una mujer quien lo dice. En mi caso, esa respuesta sería tautológica y, sobre todo, mucho menos glamourosa: le faltaría glitter y le sobraría barba.

Mi respuesta me aburre, pero la pregunta me interesa como una posibilidad con la que jugar. Una posibilidad estética más que sexual. Por ejemplo: el travestismo como estética me encanta. Criaturas de carne y tela, los travestis, exagerándola al extremo, hacen de la superficialidad una radicalidad. Nadie, ni los punks, han hecho de la mera vestimenta un mecanismo tan capaz de desquiciar a la sociedad. Un hombre vestido de mujer que llega a un restaurante puede, con su sola presencia, cuestionar al resto de los comensales: “¿Qué te gustaría ser: hombre o mujer?” Y también: “¿Que te gustaría que yo fuera?”

Aunque, como dice el poeta Juan Carlos Bautista, un travesti rara vez aspira a ser mujer. Un travesti aspira a ser travesti. Siempre hay algo, el tamaño de las manos, la peluca que se cae en el momento preciso, el pelo en el pecho que asoma por el escote, que delata al travesti y eso es justo parte del encanto. A diferencia de los transexuales, el travesti no busca una identidad fija, sino que la problematiza con tan solo ponerse o quitarse la ropa. En cierto sentido, la inestabilidad de género del travesti resulta mucho más riesgosa para el pensamiento binario que la transexualidad.

Pero estoy siendo injusto cuando hablo de transexualidad. Ciertamente sus posibilidades pueden ser tan variadas como radicales y desestabilizadoras. El / la artista Del Lagrace Volcano ha realizado un maravilloso trabajo fotográfico en torno a las mutaciones sexuales (véase: www.dellagracevolcano.com), aunque su especialidad son los drag kings, personas que habiendo nacido mujeres han construido una híper masculinidad tal que hacen que ponga en duda mis propias preferencias sexuales:

Si bien la masculinización de lo femenino en los drag kings de Del Lagrace Volcano resulta evidente, los travestis, por su parte, hacen visible otro fenómeno de masculinización de lo femenino que resulta menos obvio. ¿A qué tipo de mujer se imita o se parodia en un show travesti? Rara vez a una mujer común. En general, estéticamente, los travestis se identifican con mujeres cuyos atributos femeninos son exagerados. Ya sean cantantes o actrices porno, hay en esas mujeres que sirven de modelo a los travestis, una versión masculina de lo femenino. Me explico: una actriz porno que se ha aumentado los senos exageradamente tiene más que ver con una fantasía masculina que con una mujer real: hay en su híper feminidad algo que roza lo masculino al hacer suya, al encarnar, la mirada del hombre.

Ciertamente hoy, más que nunca, cualquiera tiene posibilidades de Tiresias: aquel tebano que nació hombre y luego fue convertido en mujer y luego otra vez en hombre, al que Júpiter y su esposa le preguntaron, dada su trayectoria, qué quién goza más en el acto sexual, el hombre o la mujer. Pero hoy, al igual que entonces, la pregunta sigue siendo más divertida que la respuesta.

]]>
http://superdemokraticos.com/es/themen/koerper/espanol-neu-el-plan-travesti/feed/ 2
Paraísos perdidos http://superdemokraticos.com/es/themen/geschichte/verlorene-paradiese/ http://superdemokraticos.com/es/themen/geschichte/verlorene-paradiese/#comments Fri, 09 Jul 2010 16:26:20 +0000 http://superdemokraticos.com/?p=444 Porque ya sabía yo lo que iba a sucederme, intenté posponer lo más posible las páginas finales. Pero anoche no pude más y terminé de leer El arpa de hierba de Truman Capote. Siempre me pasa lo mismo: cada vez que termino de leer una novela (o de ver alguna de las miniseries que se han vuelto mi perdición) me sobreviene una suerte de melancolía. Tampoco se trata de ponerme dramático: es una vaga sensación de vacío que se me quita en cuanto lavo los trastes de la cena o suena el teléfono.

Pero esa vaga sensación de pérdida viene a cuento aquí porque el fin del relato me arroja a un presente que por un momento descubro sin sentido. Digamos que el tiempo de la narración es un tiempo histórico: avanza, va hacia adelante. Así, cada vez que termino de leer una novela o llego al final de una miniserie, experimento en pequeña escala lo que algunos han llamado el fin de la Historia, esa otra narración. Sí, por supuesto que estoy exagerando. Y por supuesto que a un gran libro se puede volver siempre, pero también hay que decir que eso no es consuelo: el libro se ha vuelto parte del propio pasado y se vuelve a él como se vuelve a un viejo lugar conocido: un paraíso perdido.

Eso no me pasa con la poesía. Un poema exige que se vuelva a él una y otra vez. Entristecerse porque se terminó un libro de poemas sería como entristecerse porque se acabó un disco. Ridículo. Un disco que podemos volver a poner cuantas veces queramos: tal es un libro de poesía. El tiempo de las canciones es el tiempo de los poemas: el tiempo cíclico, es decir, mítico, de lo que siempre vuelve. Por eso, en cuanto soporte, el disco me parece asombroso: hace suyo el tiempo cíclico: es circular: gira. Y uno pone siempre la misma canción.

Hace varios años leí con entusiasmo a María Zambrano: debo confesar que cada día me gusta menos. Sin embargo me sigue pareciendo fascinante su interpretación del Génesis. Para ella el pecado original es el haber caído en la trampa del futuro. Dice la serpiente: “…y seréis como dioses”. El asunto radica en el tiempo de la conjugación verbal. Adán y Eva caen en la trampa de la idea de un futuro mejor, es decir, en la lógica del progreso, y lo que pierden es la plenitud del instante, es decir, el paraíso. El tiempo se escinde: nace la noción de un futuro y por lo tanto un pasado. Tal es el comienzo de la Historia.

Sí, cada vez que termino una novela es el fin de la historia, pero también el comienzo: la expulsión de un paraíso. Y me encuentro una y otra vez en el mismo lugar: un presente vacío al que debo de inventarle un sentido para volverlo tolerable (nada que ver con la plenitud del instante), es decir, hacerlo ingresar en la historia, volverlo narración: ¡qué pereza! Entonces prendo la tele.

]]>
http://superdemokraticos.com/es/themen/geschichte/verlorene-paradiese/feed/ 5
Un cuento para niños http://superdemokraticos.com/es/themen/geschichte/ein-marchen-fur-kinder/ Mon, 21 Jun 2010 20:35:37 +0000 http://superdemokraticos.com/?p=317 No sé muy bien cómo responder a la pregunta que me formulan: “¿Qué es lo que he aprendido sobre la historia de mi país y qué es lo que pongo en duda?” Y no sé muy bien cómo responder porque la primera parte de la pregunta amerita una respuesta demasiado larga, y la segunda parte, “qué es lo que pongo en duda”, una muy corta que, a su manera, es aún más larga: todo. O bien la segunda parte de la pregunta responde la primera: lo que he aprendido sobre la historia de mi país es a ponerla en duda. Aunque a veces resulte cierta.

Supongo que tendré que explicarme: no sé en otros países, pero al menos en México, la historia (la oficial, por supuesto) es una suerte de cuento que se les enseña a los niños para inculcarles valores patrios. Algo así como el catecismo pero más entretenido. Y al igual que el catecismo tiene sus santos y sus mártires y sus imágenes veneradas. De hecho, hace apenas un par de semanas sacaron a desfilar por las calles las reliquias de los héroes independentistas: en México se está celebrando el bicentenario de la independencia con toda la carga oficialista que un festejo así implica. Tal vez de ahí el tono de fastidio con el que escribo estos párrafos.

Porque en realidad, me encanta la historia. Como a tantos mexicanos. Tal vez porque fue un cuento que nos contaron de niños. Lo cierto es que los libros de historia -novelados, claro- es de lo que más se vende en las librerías mexicanas. México tiene una tradición de extraordinarios historiadores. Y una notable tradición, también, de novelas históricas. Un ejemplo fascinante: Noticias del imperio de Fernando del Paso. Cómprenla, se las recomiendo… Literatura e historia: el límite no siempre es del todo claro. ¿No es la historia, en el fondo, siempre literatura, cuento, ficción, mito, poesía?

Los aztecas, una vez que lograron consolidar su imperio, destruyeron sus propios códices antiguos para poder reinventar su historia: fabularon un nuevo origen, más prestigioso, el cual los emparentaba con los toltecas: una especie de cultura griega local; siguiendo con esta comparación didáctica, digamos que los aztecas serían los romanos de este cuento.

Otro cuento: la nana de mi abuela vivía en Teotihuacan: un importantísimo centro ceremonial prehispánico anterior a los aztecas. Según mi abuela, la casa de su nana  y las tierras que cultivaba estaban situadas justo al lado de las ruinas de la gran Pirámide de la Luna antes de que ésta fuera rescatada por el gobierno y convertida en patrimonio nacional. Cuando eso sucedió, a la nana le expropiaron sus propiedades y tuvo que irse a vivir, ya vieja, de arrimada con unos parientes que la recogieron. Pues bien, nos contaba mi abuela que cuando era niña iba algunos domingos a visitar a su nana a Teotihuacan. De allí su pequeña colección de objetos prehispánicos: pedazos de vasijas, cuchillos de obsidiana, figurillas antropomórficas. “Salen de las milpas”, nos decía, “cuando mueven la tierra para preparar los cultivos, por eso a esas figurillas las llaman niños de las milpas”. Me gusta pensar en mi abuela así: una niña recolectando pedacitos de historia como otros niños recogen caracoles en la playa o como otros cazan luciérnagas.

Y nos contaba, también, que en el corral donde estaban las gallinas había una entrada al interior de la pirámide pero que su papá nunca la dejó bajar. Esa historia, por supuesto, me fascinaba cuando era niño: el misterio del pasadizo secreto: ¿qué habría allá dentro? De ella, y de Indiana Jones, proviene mi gusto por la arqueología. Pero, todo hay que decirlo, mi abuela era muy fantasiosa y me contó muchísimas historias que luego fui descubriendo no tan verdaderas como creí. Así es que aprendí a sacarle raíz cuadrada a las historias.

Hace un par de años encontré una noticia en el periódico: los arqueólogos habían  encontrado, a un costado de la Pirámide de la Luna, donde nos decía mi abuela que estaba la casa nana, una entrada a un pasadizo interior: ¡así es que era cierto! Recorté la noticia y se la llevé, emocionado, a mi abuela. Ella leyó la noticia con aburrición y me devolvió, indiferente, el recorte. Su falta de emoción me desconcertó. Luego comprendí: para ella el susodicho descubrimiento no implicaba ninguna sorpresa ni novedad: ¡ella lo sabía desde que era niña! Para mí el descubrimiento fue que las historias a veces también son verdad.

Y así, amiguitos, termina este cuento: con una moraleja: ¡qué horror! Como esos viejos cuentos que les cuentan a los niños.

]]>